Dentro del psicoanálisis (esa profesión tan parodiada con una persona con pipa detrás de un diván o sillón haciendo anotaciones con cara de interesante) hay muchas cosas que lo hace distinguible a otras corrientes psicológicas. Algunas cosas por las cuales NO se distingue el trabajo de un psicoanalista son: dar consejos, decirle al paciente qué hacer con tal o cual situación de su vida, encargar tareas, actuar o hacer un juicio moral sobre la persona, entre otras. Estos aspectos (a excepción del último), solo se utilizan de vez en cuando. Entonces ¿qué sí distingue al psicoanálisis? Espero no se haya aburrido querida(o) lector(a), que apenas vamos arrancando.
Una de las cosas que diferencia es el método y técnica del psicoanalista. En pocas palabras: el método son los pasos a seguir a realizar y la técnica la herramienta a utilizar en estos pasos. En psicoanálisis utilizamos el método de la “asociación libre”. Este fue desarrollado por Freud y consiste en pedirle al paciente que hable de todo lo que se le ocurra en ese momento, todo pensamiento o imagen que venga a su mente tratando en lo posible de no seleccionar los temas o ideas. Freud hacía una analogía diciendo que hablara como si estuviera viendo por la ventana de un tren y tuviera que solo describir lo que veía.
Parece sencillo, pero casi nunca lo es. Sencillamente no estamos habituados a hablar sin pensar sino todo lo contrario. Por esta situación es que hay pacientes que al recibir esta instrucción les es difícil no seleccionar un tema para hablar o prefieren hablar de algo ya pensado con anticipación. Pero ¿es la poca “práctica” el factor más importante para hablar sin pensar y por lo tanto asociar? Hay otro elemento que puede acompañarlo: la angustia que suscita el no saber qué se dirá cuando nos “dejemos llevar” por el tren del pensamiento.
¿Por qué este fue el método que Freud encontró para conocer lo inconsciente? A grandes rasgos podemos decir que él se dio cuenta que si se desvanece y atraviesa la capa conciente de nuestros pensamientos, podríamos conocer algo más profundo, es decir que los pensamientos que parecían irrelevantes y poco significativos tenían conexiones con otros temas más relevantes pero también relegados por una parte de nosotros para no incomodarnos.
Propongo algunos ejemplos para que esto resulte más claro y no parezca tan místico o pomposo como suena, siendo estos algunos extractos de sesiones que tienen un contexto en particular, corriendo el riesgo que al aislarlos algo se pierda. Es un costo a pagar.
Paciente: tuve un sueño, pero que no me pareció llamativo. Tampoco creo que sea importante: ya no recuerdo mucho. Solo la parte donde aparecía una caricatura.
Analista: tal vez se le ocurran más cosas sobre eso.
P: (Después de un silencio). Creo que se parece a una caricatura que veía cuando era niño. No me gustaba mucho porque no entendía bien los chistes. Se me hacía que era más para un público adolescente y yo era aún niño. (Silencio). Creo que era ese personaje pero en el sueño era mujer. No siento que tenga algo relevante.
A: ¿lo hace pensar en algo más?
P: recordé otra parte del sueño, aparece mi hermano mayor que me quiere enfrentar a otro niño. Éramos adultos y niños a la vez. La caricatura del sueño es una mujer voluptuosa. Me hace pensar en una película animada que alguna vez vi cuando era niño, pero la veía a escondidas porque era una película para adultos. Tenía caricaturas pero era para adultos porque venían escenas de relaciones sexuales implícitas. Me emocionaba verla pero también me sentía culpable.
A: ¿la veia solo?
P: sí, claro. Aunque eso me hace recordar que también en esos tiempos veía otra serie que también era para adolescentes. Mi hermano, que ya tenía edad y yo la poníamos en la tele pero sin decir nada, como si fuera casualidad que la viéramos especialmente por el contenido de la serie. Esa tenía más mensajes sexuales explícitos. Pero mi hermano y yo no decíamos nada sobre eso.
A: parece que entre su hermano mayor y usted hay un pacto de silencio ¿no?
En este ejemplo parte de un sueño en apariencia simple e inocente, pero el contenido latente, el contenido que está “por debajo”, habla sobre la sexualidad y curiosidad infantil, como de la silenciosa relación fraternal.
Otro ejemplo más corto nos enseña cómo las palabras que utilizamos en la sesión tienen significados que se trasladan a otros, girando no solo el enunciado, sino el significado de esta.
Paciente: soñé que venía a una sesión con usted, pero al tratar de hablar no podía. Sentía como si tuviera algo atorado en la lengua.
Analista: ¿qué era?
P: era como esas ruedas que sirven para establos que tienen agua. No recuerdo su nombre. Tenía una de esas ruedas en la lengua.
A: ¿como un molino?
P: algo así. (Silencio) ¡Aspas! Eso tenía en la lengua, unas aspas.
A: ¿qué más asocia con eso?
P: cuando lo dije me sonó a “haz paz”. La sesión pasada me molestó algo que me dijiste y hoy venía con la idea de no discutir contigo, no quería que supieras que estaba enojado.
A: tal vez ahora ya podamos hablar de ese disgusto.
El movimiento de significados es posible por el hecho del lenguaje mismo. El clásico esquema comunicativo de emisor, mensaje y receptor queda bastante limitado para lo complejo que puede ser el que una persona hable. Las similitudes de las palabras, así como sus conexiones sonoras, facilitan estos puentes: en las frase “se derrumbó”, también se escucha “sé de rumbo”, o “tengo una cerrazón en mí, que no me deja avanzar”, también se escucha un “tengo una ser-razón en mí, que no me deja avanzar”.
El método de la asociación libre ha permitido junto con la técnica psicoanalítica, explorar con profundidad aspectos de nosotros mismos que han sido acallados por otra parte de nosotros mismos, por lo tanto obstáculos para hablar sin pensar y encontrar las conexiones entre la maraña de pensamientos es una tarea que se realiza acompañado. Nuestras palabras nos arman y desarmarlas es conocernos. ¡A hablar se ha dicho!
![Pinocho de Guillermo del Toro: Des-obediencia e Im-perfección Foto de Netflix - © 2022 Netflix, Inc. Imagen recuperada del portal de IMDB. La desobediencia, obediencia, perfección e imperfección giran alrededor de esta historia contada por Guillermo del Toro, una versión del clásico cuento infantil de la marioneta con vida creada por Geppetto, un zapatero que vive en un pueblo italiano en medio de la guerra fascista. Esta marioneta llamada Pinocho cobra vida con las palabras de un guardián mágico, que aparece como El Genio de Aladdin para concederle un deseo a Geppeto; la compañía y el amor de un hijo. Geppeto ha perdido a su nieto, Carlo, en un trágico accidente en medio de un bombardeo. En el fondo quiere que Pinocho sea como Carlo, un niño cariñoso, curioso y obediente, perfecto; así como él era un padre igual de perfecto en el pasado, que cantaba por las noches, jugaba y era querido por su comunidad. Esto cambia cuando Carlo muere, Geppeto deja de trabajar, comienza a beber y alejarse de los otros, ahora pasa a ser otro borracho del pueblo, abatido por el dolor de la pérdida, señalado como un loco perverso (exageradamente) por haber creado a Pinocho. Pinocho es un ser curioso que vorazmente quiere entender el mundo, se tropieza y camina alegre, cantando, jugando y divirtiéndose. De su nariz crecen ramas que se hacen más grandes cada vez que dice una mentira, los demás le ordenan que obedezca aunque apenas está aprendiendo qué es obedecer y qué es una mentira. ¿Por qué desear que Pinocho nazca obedeciendo? Para que así sea perfecto, porque los niños obedecen a los adultos, y éstos a su vez obedecen con mayor naturalidad, a lo que yo agregaría: porque están más inmersos en la cultura, lo que los detiene de hacer cosas que no están bien vistas por los demás. En mi consulta, y seguramente en la de muchos colegas que reciben pacientes infantiles, he escuchado a padres que no logran que sus hijos los obedezcan, hacen más caso a otras personas que los rodean, o solo a uno de ellos. Ante el desplegamiento de estos escenarios pregunto por qué piensan que esto es así, a lo que responden que quizás sea porque no pasan mucho tiempo con ellos por su trabajo, que el otro los consiente en todo y respetan más al que cumple todos sus deseos; todas estas respuestas responden fácilmente a esta pregunta, aunque hay algo más, aquello que corresponde al deseo de ser padres y la autoridad que éstos se dan a sí mismos para ejercer las funciones de la paternidad. Algunos con timidez confiesan que temen frustrarlos para evitar ser juzgados por otros padres, que les cuesta poner límites porque quieren ver a sus hijos cien por cierto felices. Sin embargo no hay que perder de vista que como cuidadores su responsabilidad es tomar decisiones por ellos, recordando que no se van a traumatizar porque no consiguen lo que quieren, ellos necesitan aprender a tolerar la frustración porque afuera no habrá alguien que los complazca completamente. Joseph Knobel Freud en su Libro: Los retos de ser padres, nos recuerda que los límites evitan que los niños terminen perdidos en el país del nunca jamás, como Peter Pan, sin nadie que los mire y sostenga. Por otro lado, un peculiar escritor intelectual busca escribir en papel sus memorias de vida, y termina narrando la vida de Pinocho. Somos testigos de sus tropiezos, sus intentos fallidos de que otros lo escuchen, de ser como un guía espiritual para los demás, con la intención de que tomen buenas decisiones; está ahí para recalcar la desobediencia, pero no solo eso. Este famoso personaje del que hablo es, como seguro ya adivinaron, el sabio Sebastian Cricket, o conocido por muchos como Pepe Grillo. En un video para Netflix destaca un aspecto muy valioso de la madera con la que es diseñada Pinocho. Es una madera que no es perfecta, y la vida tampoco lo es; uno puede meter un poco la pata, o varias patas, pero damos lo mejor de nosotros mismos y eso es lo mejor que podemos hacer. Esta marioneta con vidas de gato, Pinocho, se pregunta cosas muy interesantes, entre ellas: ¿por qué la guerra? La guerra es dolor, separación, rutina, muerte. Las escenas de los niños ejercitándose para la guerra, o más bien esclavisándose, en la época fascista, rodeados de bombas que acabaran con sus vidas; fueron impresionantes para mí, y me hacen pensar en las palabras dichas por Guillermo del Toro en una entrevista: “La animación puede contar cualquier historia, lo raro, lo siniestro, lo terrible”. En momentos la furia y el enojo se muestran como algo casi malévolo, Geppeto en una escena corta la madera enfurecido y Volpe, el vicioso malvado que maltrata a Pinocho y Spazzatura, quiere quemarlo vivo. Recordando que esta historia sucede en la época fascista, se nos muestra una competencia entre dos equipos rivales con Pinocho y Candlewick (hijo del Podestà, que cuida el bienestar moral del pueblo) como líderes, quienes se esfuerzan por ser amados por sus padres. El “juego” termina con un abrazo tierno entre dos amigos que declaran un empate, no quieren hacerse daño, a la que podríamos darle la lectura de la renuncia de Candlewick a los deseos de su padre (quien piensa que es un cobarde) desde la desobediencia, negándose a matar a Pinocho, diciendo: ”Toda mi vida traté de complacerte, pero nunca lo haré. Tenías razón, soy delgado, débil, frágil como la mecha de una vela [wick of a candle, como su nombre], siempre con miedo. Pero con todo el miedo que tengo, ahora voy a decirte que no. No me da miedo decirte que no”. El mensaje está ahí: No hay uno mejor que el otro, para los dos hay lugar, ambos pueden ganar. Los sentimientos entre los hombres ejercen un efecto contrario a la guerra; la amistad y la unión son el enemigo de la destrucción total, en palabras del padre del Psicoanálisis (Sigmund Freud). Al final de la película Pinocho salva a Geppetto, el grillo y Spazzatura de morir ahogados, perdiendo un brazo y su propia vida, aunque el noble grillo (como lo llama la guardiana) pide como deseo que vuelva. Geppetto confiesa mientras sostiene en brazos a Pinocho que trataba de convertirlo en alguien que no es, le pide que no sea Carlo, que sea justo como es él, que así lo ama; a lo que él responde: “Entonces seré Pinocho”. No tenemos que cambiar para ser amados, algunos nos amarán y aceptarán tal como somos, imperfectos. La gran salvación que tenemos es abrazar nuestras imperfecciones, esa es la tierna lectura que le da Guillermo del Toro. La rigidez y la perfección llevan a un solo destino: la destrucción, el fascismo. Las salvaciones van más allá del sacrificio amoroso. Pinocho salva al Grillo (de sus vanidades), a Geppeto (de su duelo) y Spazzatura (de su amo), pero no haciéndolo él, si no permitiendo con su ejemplo que ellos mismos se liberen. Esto es un verdadero héroe en una historia, en palabras de Héctor Mendoza Cuevas, cinéfilo mexicano. Por último, responderé a la tan repetitiva pregunta de si esta es o no es una película para niños con palabras del propio Guillermo: "No es una película para niños, pero los niños la pueden ver siempre y cuando tengan padres que hablen con ellos". Referencias bibliográficas: Freud, Sigmund, Obras Completas, Ed. Amorrortu, Argentina, 1991, 24 T. ¿Por qué la Guerra?, (1933 [1932]), T. XXII. Psipre. (14 de diciembre de 2022). Pinocho: Padres e hijos imperfectos. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=3EOUTh6KKX8&t=2874s Sopitas. (8 de diciembre de 2022). Entrevista con Guillermo del Toro l Su versión sobre Pinocchio, una de las mejores películas del año. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=tK34eayf04w Fuera de foco. (8 de diciembre de 2022). GUILLERMO DEL TORO: ¿Qué se puede hacer por la ANIMACIÓN en MÉXICO I ENTREVISTA /. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=I_2Ff57Ikc4 Knobel Freud, J. (2019). El reto de ser padres. Paidós.](https://psicologosmonterrey.com.mx/wp-content/uploads/2024/10/IMG-20241009-WA0011.jpg)






