preguntas frecuentes
La psicoterapia es un proceso en el que se ambiciona lograr un cambio psíquico en la persona que sufre, de forma que pueda localizar una salida distinta, a lo que le lleva el malestar.
Uno de los objetivos más importantes de la psicoterapia es desaparecer el dolor psíquico. El dolor psíquico que compartimos todos. Cuando tengo conductas inadecuadas para mí y para los que me rodean, aquello que sé que no debo hacer, pero no entiendo por qué las hago: “sé que tengo que dejar a mi pareja porque me hace daño”, “sé que me tengo que acercar más a mis hijos pero no puedo”, “sé que tengo que ser más tolerante pero algo me hace fallar”, “sé que quiero llegar a esa meta, pero algo me hace procrastinar”.
- Introspección y autoconocimiento.
- Entender lo que podemos cambiar y aceptar lo que no.
- Aceptación del conflicto para la reducción de ansiedad.
- Identificación de puntos ciegos que influye en nuestra toma de decisiones.
- Responsabilidad sobre nuestra propia vida.
- Hacer proyectos de vida saludables, realistas y estables.
- Solucionar conflictos relacionales.
Hay varias respuestas ante esto.
- Hay quien dice que todos necesitamos psicoterapia, de la misma forma que vamos al médico, como chequeo preventivo.
- Unos buscan psicoterapia para hacer un autoanálisis con la ayuda de un profesional.
- Algunos dejan la opción cómo último recurso, cuando sienten que ya no pueden más.
- Y otros piensan que pueden solos.
La realidad es que las enfermedades psicológicas, son también enfermedades, y así como hay ciertas condiciones que nos tratamos solos, como una gripe, si nos seguimos sintiendo mal definitivamente vamos al médico: vamos por gastritis, colitis, problemas del corazón, ginecólogo, traumatólogo, etc.
Lo mismo sucede con las enfermedades psicológicas: no deben ser tratadas sólo por uno mismo cuando se complican. Así, necesita psicoterapia todo aquel que siente un dolor emocional que no ha cedido por cierto tiempo por ejemplo: angustia, temor, ansiedad, estrés, enojo, rencor, dificultades de pareja, autorrechazo, preocupaciones, etc.
Finalmente, si estoy viviendo algo que no quiero, y a pesar de que intento salir, sigo involucrado, sin poder tomar decisiones, con una sensación de impotencia.
- Conflictos en las relaciones: pareja, hijos, amistades, en el trabajo, familia en general.
- Conflictos con nosotros mismos: devaluación, crítica, inseguridad, rechazo de aspectos de la personalidad, incapacidad para entender quién soy, necesidad de orientación.
- Conflictos con recuerdos de nuestro pasado: dolor de situaciones vividas, no superación de duelos, falta de perdón, rencor.
- Eventos traumáticos: robos, accidentes, fallecimientos, pérdidas, secuestros, presenciar situaciones difíciles.
Lo más normal es que todos se entrelacen, por ejemplo: tenemos conflictos de pareja, por conflictos con nosotros mismos, mezclados con dolores del pasado y todo puede volverse más complejo en situaciones de crisis.
Será prescripción del terapeuta y decisión de la persona, si necesita tratar todo o sólo una focalización de algunos aspectos.
La duración es algo difícil de definir hasta no ver el caso, por eso siempre es importante que un terapeuta evalúe previamente antes de iniciar una terapia; la duración de una terapia puede variar de 3 meses hasta los años que se quieran o requieran.
¿Qué aspectos están involucrados en lo anterior? La recomendación terapéutica del profesional según el diagnóstico encontrado y el deseo y las posibilidades del paciente.
Ante todo, acepta que tiene conflictos: sin ello probablemente no funcione el tratamiento. Desde el inicio, la tarea del paciente es ir reconociendo su responsabilidad sobre el conflicto, lo que da la posibilidad de solucionarlo.
Después analiza, cuestiona, piensa, reflexiona, da lugar a la duda, relaciona situaciones, entre otros. Esto implica un trabajo mental que, con la ayuda del terapeuta, puede llevar a las respuestas que cambiarán de a poco su vida.
También se compromete a ser honesto consigo mismo y con el terapeuta, ya que, es normal que nos ocultemos sentimientos para evitar el dolor que causa afrontar las problemáticas; pero ello es nuestra única herramienta de cambio que tenemos.
Y claro, también es un espacio para desahogarse, donde puede ser escuchado sin crítica ni juicio.
En la psicoterapia uno tiene la libertad de hablar de lo que uno necesita, de hecho, una de las tareas más importantes que tiene el paciente es hablar de lo que primero se le venga a la mente, no importando que le parezca vergonzoso, tonto o que no tiene sentido.
Claro que el paciente habla de lo que le ha dolido en el pasado, en la infancia, pero una realidad es que también en pensamientos más comunes es en donde muchas veces encontramos las respuestas más buscadas.
El paciente habla de sentimientos, pensamientos, fantasías, sueños, ideas, situaciones de la vida cotidiana y todo tiene importancia para el proceso terapéutico.
Compromiso, valentía, autocuestionamiento, paciencia, honestidad y confianza.
Definitivamente es normal tener vergüenza. Estamos acostumbrados a las interacciones cotidianas, donde no podemos mostrar lo que realmente sentimos y pensamos, ya que muchas veces eso nos traería problemas; hay ciertas reglas de convivencia que nos llevan a guardar algunos secretos y el abrirnos emocionalmente ante alguien, inicialmente desconocido, puede ser vergonzoso.
La vergüenza la podemos sentir hacia el terapeuta por mostrarnos tal y como somos y también por lo que puedan pensar los que me rodean cuando se enteren que voy al psicólogo por la idea errónea que sólo los que están muy mal o locos acuden a él.
Este es un temor que muchas veces aparece en las personas y en realidad es normal que en un inicio exista una sensación de dependencia, la cual es un efecto del sentimiento de vulnerabilidad en un padecimiento, el mismo sentimiento que tenemos cuando un médico está tratándonos por algo físico; también es importante aclarar que no sucede en todos los casos.
Para que la terapia se dé por finalizada, o se logre un alta, se tuvieron que haber resuelto sentimientos de dependencia. Además, la terapia está estructurada para que esto no suceda, ya que el terapeuta no dice qué hacer, no da consejos, ni toma decisiones por el paciente, de ser así, sería sencillo caer en dependencia. El terapeuta orienta para que el paciente alcance sus propios logros.
Existe un proceso terapéutico llamado terapia de apoyo, que sólo se lleva a cabo cuando la persona está inmersa en una crisis o una problemática que le impide funcionar, lo cual implica: concentrarse, pensar, decidir, analizar, protegerse. Si la persona no lo logra llevar a cabo los anteriores procesos básicos, el terapeuta lo podrá hacer por él, durante el tiempo de crisis.
BUEN TERAPEUTA
Tiene un espacio, tiempo y hora definido: no hay algo más terapéutico que la estabilidad en las relaciones. Además que así, se tendrá la seguridad que las sesiones que conforman el tratamiento se llevarán de manera adecuada.
Escucha sin juicio: los juicios de valor quedan fuera de cualquier proceso terapéutico; no se buscan culpables, sólo el entendimiento.
Utiliza el tiempo de la sesión para comprenderte: puede estar en silencio o participativo, puede estar preguntando o sólo esperando que hables, pero está tratando de entenderte, y no utilizando el tiempo de la sesión para otros fines.
Te cobra una cifra razonable: no hay algo más terapéutico también que la terapia la estemos pagando; el sentimiento de “mi terapeuta me está haciendo el favor” no ayuda en lo absoluto, porque podemos sentirnos en deuda, querer comportarnos bien frente a él o ella, inclusive no expresar lo que nos molesta por sentir que es muy “bueno” con nosotros. Está comprobado que los tratamientos gratuitos no funcionan, tanto por lo anteriormente mencionado, como por el hecho de que no se le da el valor y se abandona, y sin la persona en el consultorio, no se le puede ayudar.
Respeta la relación terapeuta-paciente: esta relación tiene ciertas condiciones que deben ser mantenidas, ya que es una relación de trabajo; estas condiciones van relacionadas a la ética y valores.
*Alguien que no trabaja de manera ética ni profesional.
MAL TERAPEUTA
No tiene un espacio, tiempo y hora definido: si te dice que mejor se ven en el parque, o en un café, mueve los horarios continuamente y/o repetidas veces llegas a la cita y no está, puede hablar de una falta de profesionalismo o de compromiso.
Critica y juzga: Si el terapeuta dice que está mal haber hecho algo así, o que simplemente es inmoral ciertos pensamientos, está mezclando la profesión con sus puntos de vista y eso no es una terapia.
Durante la sesión hace cosas que te hacen sentir que no está concentrado en tu situación: si se pone a hablar por teléfono (no emergencias, no pacientes), si te cuenta de su vida, y te hace perder gran parte de la sesión en eso, si se retira, o termina la sesión antes de lo pactado, si intenta venderte algo: cuidado, puede que su objetivo principal no sea entenderte.
Cambia la cuota repetitivamente o te dice que es gratis: ninguna de las dos opciones funciona para la terapia, ya que tiene que tener un valor que puedas tener anticipado, para armar tu plan de pago. Es normal que cada 6 meses o un año se haga un ajuste de cuota, pero muchos cambios en poco tiempo, puede ser en realidad de beneficio para él. Si es gratis, por más buena voluntad del terapeuta, puede llegar un punto que no se lo tome en serio, que se enoje por trabajar de esa forma o que simplemente ya no esté trabajando aunque allí esté escuchándote. Lo mejor para mantener el trabajo terapéutico seguro es que se haga un pago que a los dos los haga sentir cómodos.
No respeta la relación terapeuta-paciente: si te invita a salir, hace preguntas para su beneficio, te pide recomendaciones o simplemente se te insinua sexualmente, cuidado, es inaceptable, y no hay terapia que funcione bajo esas condiciones.
La conducta humana se puede explicar desde varios puntos de vista, por esto es que hay diferentes orientaciones en la psicoterapia, que buscan diferentes resultados.
La conducta humana se puede explicar desde varios puntos de vista, por esto es que hay diferentes orientaciones en la psicoterapia, que buscan diferentes resultados.
Gestalt o humanista es como percibimos objetos completos, te lleva a ver un todo, antes de ver las partes, ya que tendemos a completar aspectos de nuestra percepción.
Cognitivo-conductual: evalúa la conducta sin involucrar aspectos inconscientes de nuestra mente o las motivaciones internas que nos llevan a actuar.
Terapia breve: busca en poco tiempo encontrar solución a problemáticas específicas.
Psicoanalítica: Busca que la persona se sienta y viva de manera plena, pudiendo amar y ser amado, así como trabajar o ser y sentirse productivo. Toma en cuenta aquellas partes de nosotros mismos que no entendemos o que incluso no percibimos, a lo que denominamos el inconsciente, y mediante el entendimiento de estas ideas, sentimientos y patrones se logra vivir de manera profunda y consciente.
Dependerá del problema que se tenga y de las características de la persona. Nosotros creemos que lo más importante es que el psicólogo sea un buen profesional porque, de esa forma, cualquier orientación la llevará a cabo de manera comprometida, con el objetivo de ayudar al paciente, inclusive si ello implica aceptar que se necesita canalizar a otro especialista. Defendemos la psicoanalítica ya que es la que nos resulta más profunda y con resultados a corto, mediano y largo plazo.