¿Padres sobreprotectores?

Seguramente si abriste el texto tienes en mente a un padre o madre en específico, tal vez tú mismo has pensado que puedes tener una inclinación por sobre-cuidar a tus hijos. Pero antes de continuar parece relevante poder reflexionar acerca de la sobreprotección y distinguirla de la protección que como padres compete ejercer, pues el acompañamiento, los cuidados y las necesidades a satisfacer de los niños, es una función necesaria para su desarrollo. Sin embargo no siempre los principios a considerar son iguales para todos y el cuidado que ejercen los padres para con sus  niños dependerá de su cultura, sus costumbres e ideales de familia, así como de su propia experiencia como hijos, ya sea porque quieren otorgar lo que sintieron que no obtuvieron de sus propios padres o evitar aquello que les dolió vivir o carecer. 

Lo anterior es entendible y respetable. En realidad, muchas de nuestras formas de ser en el presente se basan en ese discernimiento, pero no es el punto central de mi escrito, pues el fin es extender una reflexión de apoyo. 

La sobreprotección a la que me refiero, va principalmente ante la acción involuntaria o inconsciente por resolver los conflictos de sus hijos, darle todo lo que solicita sin poner un límite o poner límites exageradamente rígidos. El miedo de los padres a que sus hijos se enfrenten a conflictos o emociones que se consideran negativas, los lleva muchas veces a hacer o dar a los niños facilidades para “evitarles” consecuencias desagradables o excluirlos de experiencias que pudieran beneficiar para enriquecer su desarrollo y aprendizaje como individuos pensando que permitirlo les traerá dolor o incluso mucho sufrimiento.  

Se menciona con regularidad que muchos padres, en busca de hacer un bien a sus hijos, los sobreprotegen, como resultado, les hacen daño, y aquello que fue una vía de ayuda, da como resultado el entorpecimiento o la obstaculización de un aprendizaje en sus hijos. Y es una postura con la que estoy de acuerdo, pero pensemos más allá, pues muchas veces estas acciones tienen las mejores intenciones y muchas otras no alcanzan a ser conscientes, así que ¿por qué no puedo soltar a mi hijo? ¿qué me impulsa a hacer todo por él? ¿cómo puedo saber si estoy sobreprotegiendo a mi hijo? ¿cómo hago para entregarle una independencia que le permita un desarrollo óptimo?

Es importante mencionar que la sobreprotección debe pensarse desde los diferentes momentos del niño. Es decir, no es lo mismo proporcionar alimento y cuidado a un recién nacido que a un preadolescente. Y que no es lo mismo mediar una situación conflictiva cuando mi hijo tiene 5 años de edad que cuando tiene 18 o 20 años.

Por lo tanto aunque tengamos costumbres individuales es importante poder voltear a ver el entorno en el que nuestro hijo se está desarrollando, ya que criar y acompañar a los hijos, consiste en proporcionarles amor y herramientas que le permitan una integración progresiva a su entorno, en donde puedan aprender a negociar, discutir, generar acuerdos, hacer amistades, poner límites, dar y recibir amor, etc. 

No conozco una lista de quehaceres exactos con respecto a lo correcto o incorrecto para proporcionar el cuidado justo, pues antes de forzar un cambio es importante poder reflexionar: ¿qué me hace sentir no darle todo?, ¿por qué no le permito afrontar consecuencias?, ¿creo que  fracasará?, ¿qué significa para mí el posible fracaso de mi hijo?, y si fracasa, y si se equivoca, ¿qué sucede conmigo?, ¿mis expectativas de lo que él hace y siente, coincide con el que él mismo tiene sobre sus propios deseos en la vida?, ¿por qué es tan difícil permitir su libertad? 

Actualmente hay una realidad que sin duda nos atraviesa, la criminalidad, una sociedad desarticulada, poco empática etc., pero ¿no será justamente este entorno el que necesita ser mostrado a tu hijo para su conocimiento, buscando que pueda incorporarse a una sociedad con herramientas y recursos individuales y de ser posible dotarla de mejores cosas para todos?

Reflexionar sobre nosotros mismos puede permitir poner la línea que como padres o madres tenemos, pues es importante reconocer a ese niño como Otro completo, con la capacidad y necesidad de desarrollo por él mismo, acompañar cuando se carezca de recursos pero siempre con el objetivo de lograr su independencia y autodeterminación.  

Amar a un hijo es mostrarle la vida y en ella sabemos que existen dificultades que vuelven de este viaje una aventura única, en la que trascender con enseñanzas  será de mayor utilidad que solo dotarlo de todo y un día ya no estar. Las experiencias deben ayudar para aprender una forma de amar que funcione para preparar a sus hijos para emprender el vuelo, que lleguen a ser adultos independientes, fuertes y felices, capaces de afrontar la vida con sensibilidad y temple. 

Si sabes la importancia de lo anterior e intentas hacerlo sin éxito, es necesario buscar un espacio psicoterapéutico que te ayude a reflexionar y trabajar en las marcas más inconscientes que no te permiten ejercer una crianza saludable y feliz. 

 

Yeneiri Alonso Reyes
Psicoterapeuta en Psipre

Correo: yeneirialonso@psicologosmonterrey.com.mx
Facebook: Psicóloga Yeneiri Alonso

Yeneiri Alonso Reyes

Yeneiri Alonso Reyes

Entradas Relacionadas