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Las frustraciones de mis hijos me frustran

Cuando los psicólogos hablamos de frustración, entendemos que es un sentimiento que surge cuando no logramos alcanzar nuestros objetivos o deseos. Es una experiencia que empieza desde los primeros años y que aparece en toda nuestra vida. Naturalmente, cuando un niño es demasiado pequeño, tiene dificultades para tolerar el hambre, el frío o la necesidad de cercanía con mamá y papá. Digamos que instintivamente el sujeto buscará la satisfacción de sus necesidades básicas así como sus deseos. 

Cada sujeto tiene formas particulares de responder a sus insatisfacciones; con el desarrollo y crecimiento, cada niño se va integrando a las dinámicas familiares, escolares y sociales, se le pide que se adapte a formas de comunicarse y vincularse con los demás, es decir, se van exigiendo formas más civilizadas para responder a las situaciones que frustran y generar una adecuada interacción con los otros y con uno mismo.

Es esta demanda va marcando al niño el mensaje que no es el único, ni que todo lo que puede desear, puede tener, y que esperar, a veces, es la forma de alcanzar nuestros objetivos. En ocasiones, el que el niño entienda estos mensajes, no es sencillo, presentando conductas disruptivas. La frustración se manifiesta de muchas formas: llantos, enojos, rabietas, berrinches, desesperanzas, indiferencia, celos y rivalidad con otros, etc. Hay niños que pueden lastimar o intentar herirse a sí mismos cuando se sienten muy frustrados. 

Lo anterior, en muchas ocasiones, termina por alarmar a los padres, o paradójicamente, a frustrarlos. Inevitablemente, este artículo confronta con las propias frustraciones del adulto, ya que muchas veces vivimos con la difícil tarea de desempeñar el rol de sostener y responsabilizarnos de las situaciones del infante y las propias, y aparte buscar el mayor beneficio para ellos, por lo tanto, la exigencia que les ponemos es porque realmente queremos que ese niño sea feliz y se adapte a las exigencias que la vida le demandará. Sin embargo, es importante recordar que aprender a tolerar la frustración requiere de guía y acompañamiento, que para lograrlo es necesario aprender a sobrellevar nuestras propias frustraciones y esto no es algo natural al humano sino que es aprendido, entrenado y sobre todo transmitido por los adultos a cargo, a través de las dinámicas diarias, de las propias reacciones, conductas, ideas o pensamientos, a través de los límites, los acercamientos y sobre todo a través del amor.  

Toma en cuenta que en las primeras etapas, se comienza el aprendizaje de muchas situaciones que nos ayudarán a lo largo de nuestra vida, una de las herramientas que más nos acompañará será la tolerancia. Tolerar, no en el sentido pasivo de aguantarlo todo, sino la posibilidad de mantenerse tranquilo, optimista o resignado con las cosas que no podemos tener siempre, guardando un espíritu que nos permita seguir disfrutando y construyendo nuevas cosas. 

La tolerancia se construye a partir de la frustración, de la realidad, de saber que no podemos tener todo en la vida y que no todo lo que deseamos o fantaseamos podríamos lograrlo totalmente idéntico al instinto. Para desarrollar una tolerancia a la frustración no se requiere ser intelectualmente destacado, es decir que no se basa en una inteligencia meramente mental, sino en una serie de experiencias que requieren de seguridad y firmeza, de realidad y de comprensión. 

Evitar que tu hijo se frustre no será útil para que desarrolle una tolerancia a la frustración,   acepta que todos nos frustramos, intenta entender su situación, a los niños les reconforta entender que no son los únicos que sienten limitaciones, reconoce que no alcanzar nuestros objetivos duele y siempre dolerá, muéstrale que hay alternativas para conseguir otras cosas, que a veces hay que esperar para que lo que deseamos se cumpla y sobre todo que requiere que trabajemos en ello. Conoce tus propias frustraciones, reconócelas, reflexiona y asúmelas porque después de todo, ¿qué hay de malo en frustrarnos? Claro que genera displacer, el mismo que es necesario para buscar cosas nuevas, experiencias propias, alternativas. 

Si las frustraciones tus hijos se ven repetidas con bastante regularidad, y a pesar de las intervenciones de los adultos, continúan, seguramente es que falten alternativas creativas para afrontar una situación del día a día, fomenta que imagine soluciones, sostén los límites de orden y convivencia establecidos, permite que se exprese y acompáñalo a que entienda las reglas sociales, muéstrale sus ventajas y su razón de ser, será necesario que primero, como adulto, pienses, reflexiones para que tomen un sentido las limitaciones que nos encontramos en el día a día. Dale tiempo y espacio para que asimile sus aprendizajes.

 

Yeneiri Alonso Reyes
Psicoterapeuta en Psipre

Correo: yeneirialonso@psicologosmonterrey.com.mx
Facebook: Psicóloga Yeneiri Alonso  

Yeneiri Alonso Reyes

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