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Mis deseos son órdenes

En una sesión, hace poco, una persona  me habla de que su padre le hace saber a ella que últimamente ha visto cómo ha cumplido sueños que él tenía cuando era joven. Ella le responde (con bastante congruencia) que él debe tener sus propios sueños.

Esta situación me pareció asombrosa, no solo por el movimiento subjetivo que hace ella, sino también por la fuerza que puede tener esta respuesta en la vida de alguien quien se ha sentido constantemente marcada por los deseos de sus padres. 

Es prácticamente imposible que los padres no proyecten en sus hijos deseos (conscientes o inconscientes), expectativas, añoranzas, promesas etc. Algunas de estas pueden ser motores tan fuertes que alguno de los miembros de la familia o varios dedican gran parte a satisfacer lo que otros no han podido cumplir, llenar ese vacío que la vida misma trae a través de verse realizado en otro, en este caso en un hijo(a). En otras palabras, que funcione como la lámpara de Aladino invertida: mis deseos son órdenes (para ti).

Hasta aquí alguien pudiera sospechar que lo que señalo es malo/patológico/inadecuado/anormal. ¡Nada de eso! ¿Puede traer dificultades a las personas? Sí puede, como también puede no serlo. Aquí ya entramos en los matices de cada quien. Por poner algunos ejemplos, para alguien es importante y provechoso dedicarse a la abogacía como lo hizo su padre, no le representa conflicto el seguir por este camino. Al mismo tiempo no siente la necesidad de seguir del todo sus pasos, ya que también quiere ser un padre de familia diferente a lo que él fue. Pero por otro lado, podemos hablar del caso de un joven que su misión en la vida es tener una vida abundante económicamente hablando, ya que él vivió múltiples carencias, muchas también afectivas. Lo logra, pero al mismo tiempo, repite la situación de las carencias en el cariño y acercamiento amoroso a la familia, ya que no puede hacerse cargo de esa otra carencia, mas que de la económica. 

Hay padres que les ha costado verse con la suficiente potencia para realizar sus propios deseos o también hay los que sus deseos son tan voraces que es necesario que su linaje los siga preservando. En cualquier caso, lo que se asoma es la insatisfacción y la dificultad de comprenderla dentro de la historia individual de esos padres. 

Para no quedar encerrado en esta trama familiar, a veces es necesario buscar puertas giratorias, salidas, rendijas donde brote algo más, algo más propio de cada persona. Recorrer otros caminos, cuestionarse los pasos andados.

Diego García

Diego García

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