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Mamá, ya me voy a casar, ¿me preparas lonche?

“Para que un hijo pueda separarse de sus objetos primordiales es necesario que comiencen estos por señalarle el camino. Sus padres tienen que desear que se independice, lo cual exige como condición que ellos mismos sean sujetos independientes, en particular de sus propios progenitores” 

Guillermo Mattioli

Es común hoy en día, escuchar la queja recurrente en parejas que sienten que tienen que cuidar a “otro hijo” refiriéndose a su esposo. Sin duda, aunque no es un fenómeno exclusivo de los hombres, parece tener mayor impacto. Es claro que hay muchas variables a tener en cuenta para hablar de hijos que no se “despegan” de sus padres, especialmente de su mamá; entre ellas está el papel tan importante que tiene la figura materna en las familias latinoamericanas, el cuidado tan prolongado que se les otorga a los hijos, las condiciones y oportunidades económicas actuales en las cuales es más difícil acceder a independencia patrimonial etc. Pero aquí quisiera abordar algunos elementos psicológicos comunes por los cuales a pesar de que las parejas escogen estar con alguien más, no pueden (y muchas veces sin darse cuenta) separarse con eficacia del yugo materno.

Múltiples comportamientos y frases aparecen en una relación donde se siente que uno de los miembros de la pareja está estrechamente cercano a su mamá como: “tiene mamitis”, “siento que pone en primer lugar a su mamá que a mí”, “se comporta como un niño”, “quiere que le haga todo igual que su papá”, “a veces pienso que tengo que superar a su mamá”, “casi siempre me llevo mal con sus papás porque no me da un lugar como esposa” etc. etc. 

Esto regularmente lleva a problemas conyugales que no permiten que la pareja se sientan como tal, sino que se “infantiliza” la relación al punto de deteriorar la vida sexual, afectiva y el compromiso entre ellos. Lo anterior puede llevar a la pareja a romper la relación o, por otro lado, tal vez más “peligroso”, acomodarse y acostumbrarse a este tipo de dinámica que puede traer mucho malestar.

A lo largo de la experiencia clínica he escuchado algunos factores psicológicos que aparecen en la historia de pacientes y que parecen ser relevantes para buscar o establecer este tipo de relaciones. Algunos de ellos son

  • Personas que sienten tener padres sobrepresentes o sobreprotectores: la falta de confianza en ser suficientemente cuidadosos con su hijos, puede convertirse también en falta de confianza en sí mismos. Como si el niño o la niña pensara “si ellos tienen miedo de que me pase algo, tampoco puedo confiar en que yo mismo pueda cuidarme”.
  • Personas que sienten tener una deuda con sus padres: esto parece crear la necesidad de estar constantemente preocupados por ellos y/o pagando una deuda impagable.
  • Personas propensos a idealizar/devaluar constantemente en sus relaciones de pareja: aunque la idealización es un proceso esperado en la relación, en otros casos estos procesos aparecen con más frecuencia, “dividiendo”, por ejemplo, en “mujeres que se parecen a mi mamá” (por lo tanto con mayor valor) y, “mujeres que no se parecen” (por lo tanto menospreciadas).
  • Personas que sienten que “traicionan” o “abandonan” a sus padres por tener o estar con su pareja: esto puede estar sustentado en promesas (conscientes o inconscientes) de estar al lado de alguno de ellos “eternamente”.
  • Personas con miedo a hacerse cargo de ellos mismos: una cierta autonomía implica estar consciente de que la “magia de la infancia” es solo eso, pero que en su lugar puede florecer una potencia interna y responsabilizarse de cumplir sus deseos y metas, dejando a un lado los deseos y expectativas que tienen los padres de sus hijos.

Sin duda habrá otros factores importantes y los presentados anteriormente pueden estar en combinaciones. Las únicas posibilidades para que aparezca el cambio es que el límite se dé en alguno de los lados: que algunos de los padres detengan y limiten a su hijo(a) o que este limite a sus propios padres para buscar su propio camino. Y esto puede ser solo el comienzo, ya que, como de costumbre, buscamos en nuestras relaciones actuales revivir las pasadas. Tampoco es sencillo, pero por algo se puede empezar. También preparar su propia comida es un pequeño avance.

Diego García Ovalle

Diego García

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