Una selfie, dos selfies, tres selfies, otra más y ya
Lo dijeron y lo repitieron esclarecidos portavoces de Algo: “Se acabó la escritura. La literatura está condenada a morir. De ahora en adelante sólo existirá la Cultura del Ruido y de la Imagen”
Mario Benedetti
Con el pasar del tiempo, es observable que no solo el hombre crea la tecnología, sino que también la tecnología transforma al hombre. Aparece como desfile y sin parar: internet, la comida rápida, los mensajes instantáneos, sopa instantánea, armas biológicas, los mejores limpiadores, anti-virus, las videollamadas, hiper-conectividad y con esto la sensación de estar en todos lados: conectado en Facebook, Whatssap, ver Netflix, mandar un correo electrónico, subir una foto en Instagram de la captura de pantalla de una conversación de Whatssap que viste en Facebook mientras veías Netflix. ¿En dónde estamos entonces? La omnipresencia que antes solo podías acceder literalmente en sueños (y es raro decir literalidad hablando de los sueños), ahora puedes alcanzarla de manera imaginaria.
Hoy en día podemos ver el espacio exterior por internet, podemos ver las calles de Pekín en Google maps, podemos ver a un feto en 4D, podemos ver nuestros intestinos, nuestras células. ¿Eso somos? Tenemos, entonces, la posibilidad de conocer otras “interioridades” y otras “exterioridades”. Podemos ver más.
Por otro lado, esto nos hace suponer que el valor de la fotografía ha cambiado en muy poco tiempo. Si antes era un lujo tener una cámara, ahora es prácticamente sencillo tener una al alcance haciéndose una práctica muy cotidiana en cierto sector de la población. El paso de la foto impresa a la digital terminó por cambiar también la forma y el contenido de las fotografías. Tenemos la oportunidad de almacenar miles y miles de fotos en múltiples plataformas, por lo cual, es probable que entre tantas, muchas de ellas no tengan un valor realmente significativo para nosotros, pero tampoco queremos “deshacernos” de ellas
Una selfie, dos selfies, una más y ya
No es sorprendente que la imagen reine más que nunca. Un celular prácticamente no tiene razón de ser sino tiene una cámara integrada. Y ¿qué hacemos con ella? Nos autorretratamos. Un portal de internet nos dice “La palabra retrato viene del latín “retractus”, de “retrahere” (hacer volver atrás), también viene de reducir y abreviar, convertir algo en otra cosa, sacar de nuevo a la luz, hacer revivir algo”. Es curioso pensar que retratar está asociada con la palabra reducir y abreviar, y que en ese sentido cargamos con cientos de “miniaturas” de nosotros mismos en nuestro celular. Fotos y más fotos. Abreviaturas de uno mismo.
El autorretrato o selfie se ha vuelto una tendencia importante en los últimos años. Pero ¿qué realmente retratamos?, ¿es una vuelta egoísta y narcisista?, ¿reivindicación de autoestima?, ¿se busca uno mismo ad-mirarse?, ¿ser visto por los otros? Muchas preguntas pueden abrirse en esta práctica, que en muchos se ha vuelto ritual-ceremonia. Por el momento podríamos decir que eso que retratamos, no somos nosotros y sí a la vez.
No lo somos en el uso de filtros: es decir, solo una parte queda de nosotros. Un resto o remanencia de uno mismo. Un filtro muestra un pedazo de nosotros mientras otro lo deja fuera.
No lo somos porque “salimos” en la foto: el lenguaje nos permite decir que estamos “saliendo” en una foto para referirnos a que entramos en un marco donde solo una parte de nosotros se plasma ahí. Aunque sea una foto de cuerpo completo, nunca nos veremos completamente (esquivando la pregunta si nosotros somos sólo cuerpo). Dentro de los significados de la palabra salir, está el de pasar de dentro afuera, como también el de aparecer o manifestarse. Es decir, que la única manera de salir o aparecer en una foto y reconocerme a mí mismo, es sabiendo que soy otro. El inter-juego de interno-externo es claro.
No lo somos porque para una foto regularmente posamos: es decir tenemos ciertas posturas que no hacemos en la cotidianidad. Tenemos ciertas posturas en la selfie. Es un fragmento o un marco que pretendemos exhibir.
Y sí lo somos porque en parte sí somos imágenes, recuerdos, reminiscencias: necesitamos una imagen de nosotros mismos para guiarnos espacialmente, para integrarla a un cuerpo, para vernos al espejo e identificarnos con eso que está enfrente y aprender cierto control sobre él. Es por eso que muchas psicopatologías del cuerpo están asociadas a la imagen que uno tiene de sí mismo.
Y aquí llegamos a otra pregunta encadenada y casi por antonomasia: ¿tomarte una, dos, tres, cientos, miles de selfies es signo de psicopatología? Es arriesgado pensarlo así tan fácil, pero sí podemos decir que es una forma más del narcicismo reinventado del siglo XXI. Factores como el valor de la imagen, del cuerpo, la estima, el reconocimiento, entre otras cosas están presentes en esta práctica tan solitaria y paradójicamente social y pública, a la cual podemos interrogarnos a nosotros mismos a quién y qué estamos retratando con tanta frecuencia.
Se dice que una imagen dice más de mil palabras. Hay quienes preferimos leerlas.
Lic. Diego García Ovalle
Terapeuta de PSIPRE
Facebook: Psicólogo Diego García Ovalle
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![Pinocho de Guillermo del Toro: Des-obediencia e Im-perfección Foto de Netflix - © 2022 Netflix, Inc. Imagen recuperada del portal de IMDB. La desobediencia, obediencia, perfección e imperfección giran alrededor de esta historia contada por Guillermo del Toro, una versión del clásico cuento infantil de la marioneta con vida creada por Geppetto, un zapatero que vive en un pueblo italiano en medio de la guerra fascista. Esta marioneta llamada Pinocho cobra vida con las palabras de un guardián mágico, que aparece como El Genio de Aladdin para concederle un deseo a Geppeto; la compañía y el amor de un hijo. Geppeto ha perdido a su nieto, Carlo, en un trágico accidente en medio de un bombardeo. En el fondo quiere que Pinocho sea como Carlo, un niño cariñoso, curioso y obediente, perfecto; así como él era un padre igual de perfecto en el pasado, que cantaba por las noches, jugaba y era querido por su comunidad. Esto cambia cuando Carlo muere, Geppeto deja de trabajar, comienza a beber y alejarse de los otros, ahora pasa a ser otro borracho del pueblo, abatido por el dolor de la pérdida, señalado como un loco perverso (exageradamente) por haber creado a Pinocho. Pinocho es un ser curioso que vorazmente quiere entender el mundo, se tropieza y camina alegre, cantando, jugando y divirtiéndose. De su nariz crecen ramas que se hacen más grandes cada vez que dice una mentira, los demás le ordenan que obedezca aunque apenas está aprendiendo qué es obedecer y qué es una mentira. ¿Por qué desear que Pinocho nazca obedeciendo? Para que así sea perfecto, porque los niños obedecen a los adultos, y éstos a su vez obedecen con mayor naturalidad, a lo que yo agregaría: porque están más inmersos en la cultura, lo que los detiene de hacer cosas que no están bien vistas por los demás. En mi consulta, y seguramente en la de muchos colegas que reciben pacientes infantiles, he escuchado a padres que no logran que sus hijos los obedezcan, hacen más caso a otras personas que los rodean, o solo a uno de ellos. Ante el desplegamiento de estos escenarios pregunto por qué piensan que esto es así, a lo que responden que quizás sea porque no pasan mucho tiempo con ellos por su trabajo, que el otro los consiente en todo y respetan más al que cumple todos sus deseos; todas estas respuestas responden fácilmente a esta pregunta, aunque hay algo más, aquello que corresponde al deseo de ser padres y la autoridad que éstos se dan a sí mismos para ejercer las funciones de la paternidad. Algunos con timidez confiesan que temen frustrarlos para evitar ser juzgados por otros padres, que les cuesta poner límites porque quieren ver a sus hijos cien por cierto felices. Sin embargo no hay que perder de vista que como cuidadores su responsabilidad es tomar decisiones por ellos, recordando que no se van a traumatizar porque no consiguen lo que quieren, ellos necesitan aprender a tolerar la frustración porque afuera no habrá alguien que los complazca completamente. Joseph Knobel Freud en su Libro: Los retos de ser padres, nos recuerda que los límites evitan que los niños terminen perdidos en el país del nunca jamás, como Peter Pan, sin nadie que los mire y sostenga. Por otro lado, un peculiar escritor intelectual busca escribir en papel sus memorias de vida, y termina narrando la vida de Pinocho. Somos testigos de sus tropiezos, sus intentos fallidos de que otros lo escuchen, de ser como un guía espiritual para los demás, con la intención de que tomen buenas decisiones; está ahí para recalcar la desobediencia, pero no solo eso. Este famoso personaje del que hablo es, como seguro ya adivinaron, el sabio Sebastian Cricket, o conocido por muchos como Pepe Grillo. En un video para Netflix destaca un aspecto muy valioso de la madera con la que es diseñada Pinocho. Es una madera que no es perfecta, y la vida tampoco lo es; uno puede meter un poco la pata, o varias patas, pero damos lo mejor de nosotros mismos y eso es lo mejor que podemos hacer. Esta marioneta con vidas de gato, Pinocho, se pregunta cosas muy interesantes, entre ellas: ¿por qué la guerra? La guerra es dolor, separación, rutina, muerte. Las escenas de los niños ejercitándose para la guerra, o más bien esclavisándose, en la época fascista, rodeados de bombas que acabaran con sus vidas; fueron impresionantes para mí, y me hacen pensar en las palabras dichas por Guillermo del Toro en una entrevista: “La animación puede contar cualquier historia, lo raro, lo siniestro, lo terrible”. En momentos la furia y el enojo se muestran como algo casi malévolo, Geppeto en una escena corta la madera enfurecido y Volpe, el vicioso malvado que maltrata a Pinocho y Spazzatura, quiere quemarlo vivo. Recordando que esta historia sucede en la época fascista, se nos muestra una competencia entre dos equipos rivales con Pinocho y Candlewick (hijo del Podestà, que cuida el bienestar moral del pueblo) como líderes, quienes se esfuerzan por ser amados por sus padres. El “juego” termina con un abrazo tierno entre dos amigos que declaran un empate, no quieren hacerse daño, a la que podríamos darle la lectura de la renuncia de Candlewick a los deseos de su padre (quien piensa que es un cobarde) desde la desobediencia, negándose a matar a Pinocho, diciendo: ”Toda mi vida traté de complacerte, pero nunca lo haré. Tenías razón, soy delgado, débil, frágil como la mecha de una vela [wick of a candle, como su nombre], siempre con miedo. Pero con todo el miedo que tengo, ahora voy a decirte que no. No me da miedo decirte que no”. El mensaje está ahí: No hay uno mejor que el otro, para los dos hay lugar, ambos pueden ganar. Los sentimientos entre los hombres ejercen un efecto contrario a la guerra; la amistad y la unión son el enemigo de la destrucción total, en palabras del padre del Psicoanálisis (Sigmund Freud). Al final de la película Pinocho salva a Geppetto, el grillo y Spazzatura de morir ahogados, perdiendo un brazo y su propia vida, aunque el noble grillo (como lo llama la guardiana) pide como deseo que vuelva. Geppetto confiesa mientras sostiene en brazos a Pinocho que trataba de convertirlo en alguien que no es, le pide que no sea Carlo, que sea justo como es él, que así lo ama; a lo que él responde: “Entonces seré Pinocho”. No tenemos que cambiar para ser amados, algunos nos amarán y aceptarán tal como somos, imperfectos. La gran salvación que tenemos es abrazar nuestras imperfecciones, esa es la tierna lectura que le da Guillermo del Toro. La rigidez y la perfección llevan a un solo destino: la destrucción, el fascismo. Las salvaciones van más allá del sacrificio amoroso. Pinocho salva al Grillo (de sus vanidades), a Geppeto (de su duelo) y Spazzatura (de su amo), pero no haciéndolo él, si no permitiendo con su ejemplo que ellos mismos se liberen. Esto es un verdadero héroe en una historia, en palabras de Héctor Mendoza Cuevas, cinéfilo mexicano. Por último, responderé a la tan repetitiva pregunta de si esta es o no es una película para niños con palabras del propio Guillermo: "No es una película para niños, pero los niños la pueden ver siempre y cuando tengan padres que hablen con ellos". Referencias bibliográficas: Freud, Sigmund, Obras Completas, Ed. Amorrortu, Argentina, 1991, 24 T. ¿Por qué la Guerra?, (1933 [1932]), T. XXII. Psipre. (14 de diciembre de 2022). Pinocho: Padres e hijos imperfectos. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=3EOUTh6KKX8&t=2874s Sopitas. (8 de diciembre de 2022). Entrevista con Guillermo del Toro l Su versión sobre Pinocchio, una de las mejores películas del año. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=tK34eayf04w Fuera de foco. (8 de diciembre de 2022). GUILLERMO DEL TORO: ¿Qué se puede hacer por la ANIMACIÓN en MÉXICO I ENTREVISTA /. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=I_2Ff57Ikc4 Knobel Freud, J. (2019). El reto de ser padres. Paidós.](https://psicologosmonterrey.com.mx/wp-content/uploads/2024/10/IMG-20241009-WA0011.jpg)






