2

¿Ya desinfectó, doctor?

Cuando algo parece tan real, tan cercano y al mismo tiempo invisible e incontrolable, hay poco espacio y capacidad para pensar de manera reconfortante. Y si sentimos nuestra integridad en riesgo constantemente, difícilmente podemos pensar en el futuro.

Imagina que la realidad que conocemos está en nuestra mente como una telaraña de ideas unidas entre sí, parece bastante fuerte con conexiones lógicas entre ellas. Pero qué pasaría si, por decir un ejemplo cualquiera, un día llega una pandemia; eso trastocaría toda nuestra cotidianidad y muchas cosas cambian. Es decir, este telar tan firme y bien conectado se rompe por algo que no solo no estaba previsto, sino que incluso rompe una y otra vez la poca telaraña de pensamientos que vas tratando de tejer porque la información fluctúa rápidamente. Te acomodas con algunas ideas y te vuelve la tranquilidad, pero de repente, por poner otro ejemplo al azar, eso obliga a todo mundo a usar tapabocas cuando en tu vida jamás lo habías utilizado. Esa realidad que ante ti era una y  más o menos segura, ahora es hostil. 

Bien hablaba Freud sobre la endeble diferencia de nuestros miedos internos y externos. Nos defendemos de ellos casi de la misma manera. En estos momentos para muchas personas ese miedo es prácticamente el mismo, no hay diferencia: se sienten desconfiados más de los otros, de su cercanía, de sus aspectos contaminantes. 

En este sentido la información verificada es una herramienta útil para “acomodar” ideas y sentirnos más tranquilos, pero para otros esto no es posible; se ven rebasados por sus miedos, las puertas se han abierto más de lo debido y los demonios han escapado. La desconfianza, el miedo de ser atacado o infectado es algo que inunda los pensamientos. 

Siguiendo esta línea, podemos darnos cuenta de que el cuidado que se ejerce para los demás no es solo por el cuerpo físico, sino también por el el estado emocional de los otros. Cuando nos cuidamos, cuidamos a los otros, dando dentro de lo posible un consuelo o soporte a los miedos que están el bucle de lo interno-externo. Sabernos comprendidos y escuchados, es saberse a salvo de nosotros mismos.

 

Diego García

Diego García

Entradas Relacionadas