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Entre más opciones tenemos, menos sabemos qué queremos

Para algunos, la vida hoy ofrece muchas cosas y opciones a escoger. Puedes ir al supermercado y escoger entre múltiples cereales, aromatizantes, tipos de cepillos de dientes y hasta sabores de refresco. Dentro de nuestra vida cotidiana hay disponibilidad de escoger entre qué plan de pago quieres para tu celular, el cual tendrá acceso a cientos de miles de aplicaciones y solo en una de esas puede contener millones de videos. ¡Hay tantas cosas al alcance! Se asoma entonces la ilusión de la libertad, de ser nosotros quienes “elegimos”. Hacemos una ecuación implícita: más opciones, más libertad. ¿Cómo esto se hace manifiesto en la situación de confinamiento?

Para las personas que tienen la oportunidad de quedarse en casa y tener “acceso” a estas posibilidades pudieran sentir en primera instancia que esto sería la ocasión perfecta para descubrir más de estas ofertas. Ver videos para aprender a cocinar, entrar a alguna aplicación y conocer personas nuevas o realizar algún curso de algo novedoso. 

Curiosamente, esto no siempre hace más felices a las personas, al contrario, las inunda de ansiedad de cómo escoger entre tantas cosas disponibles. Se pueden sentir obligados a “aprovechar” todo. Aparece una reiterada invitación a adquirir, comprar, tener o poseer. Tampoco es nada raro que dentro del DSM V haya algún trastorno que enmarque el enriquecimiento como algo patológico, donde lo más cercano (pero ni tanto) es la ludopatía. Sin embargo, la cuestión parece estar centrada más en el juego mismo que en las ganancias económicas que traen. 

Al fin de cuentas, la oferta en la mayoría de las veces es a consumir. Compra ahora, paga después; no pienses, solo compra ya, aunque no lo quieras, ¡aunque nunca hayas pensado que necesitas eso! Y se extiende en casi todos los ámbitos. En el psicológico, la salud mental se vuelve una oferta misma donde se busca que todo mundo tome terapia sin pensar en otras variables que crean malestar socialmente.

Esto nos deja en el plano del mero desconocimiento de lo que queremos. Cuando las opciones no faltan, la falta sea hace más necesaria. En los extremos en donde encontramos los abismos. Si hay tantas cosas, cualquiera se pierde; si hay muy poco, uno termina identificándose con la pérdida misma.

Diego García

Diego García

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