Envidia al pene en el 2017

En el llamado mes de la mujer, la difusión de asuntos de género tomó más fuerza, resultando en un fenómeno donde tanto hombres como mujeres expusieron sus puntos de vista, y no cabe duda que entre marchas y empresas virando el contenido de sus comerciales, se está gestando una respuesta al desequilibrio de géneros.

Como todo aquello en proceso de gestación, hay aspectos sólidos de la postura feminista (término según la RAE, para evitar conflictos de denominación) y otros que deben ser madurados, al menos, desde el plano psicológico, que posiblemente es uno de los movimientos más complejos a lograr, ya que implica un reacomodo psíquico.

Así, al ver las opiniones de algunos involucrados, he evocado en varias ocasiones el concepto clásico de la envidia al pene; concepto acuñado por alguien con pene, Sigmund Freud.

La envidia al pene, es aquello que la niña siente al percatarse de su aparente cuerpo inacabado, contrario al horror que el niño experimenta al advertir que hay seres sin pene y eso puede sucederle a él, la temible amenaza de castración.

Claro, esto no necesariamente apunta a la envidia el miembro masculino sino de lo que éste representa: el poder, o como lo explica Octavio Paz, aquello que no se raja, que no se abre, firme, cerrado y sin apertura. El poseedor del falo tiene el control. Por “fortuna”, la llegada de un hijo vendría a rescatarnos de esa eterna insuficiencia.

El carácter falocéntrico de la obra freudiana, si bien incomoda y hasta ofende, tiene un punto a reflexionar para los géneros y el lugar de la mujer; ¿por qué luchan las mujeres? Con una ambivalencia de sentimientos, he pensado que a veces se lucha por tener lo que “ellos” tienen.

Así, sin darnos cuenta, como efecto magnético, combatimos en una órbita masculina, donde el triunfo femenino es capar el falo, y tenerlo como trofeo, dándole al viejo Sigmund la “razón”.

Dicho de otro modo, cuando se lucha por la igualdad, ¿desde dónde se está definiendo el modelo a igualar?

En definitiva, si se lucha por la igualdad, sin que cada persona defina lo que significa para él o ella eso, hombres y mujeres están destinados a irónicamente a jugar a ser el otro, y no uno mismo.

Lic. Florencia Bevilacqua
florenciabevilacqua@psicologosmonterrey.com.mx

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