El estereotipo de un adulto es una persona seria, que se viste de forma apropiada para todas las ocasiones, que puede tener cenas con largas sobremesas donde se habla de temáticas importantes del mundo, desde política, economía, los problemas de la juventud de hoy, entre otros. Una persona que puede ser el anfitrión de eventos y dar un aspecto de una estabilidad frente a sus invitados, un compañero normal en el trabajo y un amigo que hasta da consejos de vida. ¿Acaso lo anterior son verdadero factores que hacen a una persona adulta?
En la actualidad se ha confundido mucho el rol del adulto, y encontramos personas que aparentan lo que las expectativas del entorno demandan, pero que por dentro pueden sentirse como niños indefensos; algunos aspectos que los caracterizan:
- Dependientes emocionalmente: dejamos en mano de alguien más nuestro bienestar y esperamos que esa persona se haga cargo de mi felicidad, como en algún momento mamá lo fue.
- Intolerantes a la frustración: las cosas que no nos salen como esperamos, nos despiertan una angustia tal que se asemeja al llanto de un bebé cuando no es satisfecho en hambre, sueño y afecto.
- Competitividad irracional: cualquiera de nuestro alrededor puede llegar a quitarnos el lugar que poseemos, en lugar de entender que el trabajo en equipo suma; así como la llegada de un hermano que amenazó con robarse el “trono”.
- Continuos llamados de atención: buscamos la atención de cualquier forma, con tal de que alguien con su mirada nos dé la importancia que tanto necesitamos que sea reforzada; así como lo hacíamos con mamá cuando parecía alejarse. Hoy las redes sociales juegan un papel suplente en estas necesidades tan tempranas.
- Conducta irreflexiva: pueden llevar a cabo ciertas conductas, actividades, proyectos sólo porque alguien más lo dijo y espero la aprobación de aquellos. Como el cumplimiento de una disciplina sin explicación alguna.
Esta conducta puede llevarlos a tener casi una doble vida, por fuera pueden aparentar ser funcionales, pero por dentro sentirse atemorizados, angustiados y expectantes a las respuestas del exterior.
Olvidando los convencionalismos de una sociedad demandante de modelos prototípicos, un verdadero adulto no se mide por los temas de conversación que elije o cómo se viste, en realidad se puede medir bajo las siguientes condiciones:
- Puede responder emocionalmente a la soledad, pero también busca vincularse con su ambiente.
- Puede frustrarse, pero busca la forma de solucionar el conflicto o acepta y aplaza aquello que quería o necesitaba para un mejor momento.
- Puede querer competir o inclusive en ocasiones compararse, sin que esto le enoje, lo deprima o lo haga actuar impulsivamente, llegando a la conclusión que lo mejor es el trabajo en equipo, o la aceptación de las diferencias.
- Busca la atención porque la necesita, pero sólo de las personas significativas y en los momentos adecuados; puede mostrarse vulnerable en ocasiones, pero sabe con quién, cómo y por qué.
- Lleva a cabo trabajos y proyectos que ha decidido por sí mismo, y sabe el por qué de esas decisiones (desde un puesto laboral, hasta su estado civil o la decisión de tener hijos)
Como podrán ver las últimas características enlistadas no refieren a un ser utópico que nada le afecta y que todo lo puede solo; aquello tampoco sería un adulto, sería un niño disfrazado de “Superman”. Como adultos, todos tenemos reminiscencias de aspectos infantiles que son esas las que también nos permiten vincularnos afectivamente. El hecho es poder entenderlas, supervisarlas y tenerlas bajo cierto control. Y, ¡cuidado! Las apariencias engañan, muchas veces el proceso de madurez emocional es entenderme a mí y lo que me diferencia de los demás, lo que puede ser un proceso complejo.
Lic. Florencia Bevilacqua / lic_florencia@psicologosmonterrey.com.mx
![Pinocho de Guillermo del Toro: Des-obediencia e Im-perfección Foto de Netflix - © 2022 Netflix, Inc. Imagen recuperada del portal de IMDB. La desobediencia, obediencia, perfección e imperfección giran alrededor de esta historia contada por Guillermo del Toro, una versión del clásico cuento infantil de la marioneta con vida creada por Geppetto, un zapatero que vive en un pueblo italiano en medio de la guerra fascista. Esta marioneta llamada Pinocho cobra vida con las palabras de un guardián mágico, que aparece como El Genio de Aladdin para concederle un deseo a Geppeto; la compañía y el amor de un hijo. Geppeto ha perdido a su nieto, Carlo, en un trágico accidente en medio de un bombardeo. En el fondo quiere que Pinocho sea como Carlo, un niño cariñoso, curioso y obediente, perfecto; así como él era un padre igual de perfecto en el pasado, que cantaba por las noches, jugaba y era querido por su comunidad. Esto cambia cuando Carlo muere, Geppeto deja de trabajar, comienza a beber y alejarse de los otros, ahora pasa a ser otro borracho del pueblo, abatido por el dolor de la pérdida, señalado como un loco perverso (exageradamente) por haber creado a Pinocho. Pinocho es un ser curioso que vorazmente quiere entender el mundo, se tropieza y camina alegre, cantando, jugando y divirtiéndose. De su nariz crecen ramas que se hacen más grandes cada vez que dice una mentira, los demás le ordenan que obedezca aunque apenas está aprendiendo qué es obedecer y qué es una mentira. ¿Por qué desear que Pinocho nazca obedeciendo? Para que así sea perfecto, porque los niños obedecen a los adultos, y éstos a su vez obedecen con mayor naturalidad, a lo que yo agregaría: porque están más inmersos en la cultura, lo que los detiene de hacer cosas que no están bien vistas por los demás. En mi consulta, y seguramente en la de muchos colegas que reciben pacientes infantiles, he escuchado a padres que no logran que sus hijos los obedezcan, hacen más caso a otras personas que los rodean, o solo a uno de ellos. Ante el desplegamiento de estos escenarios pregunto por qué piensan que esto es así, a lo que responden que quizás sea porque no pasan mucho tiempo con ellos por su trabajo, que el otro los consiente en todo y respetan más al que cumple todos sus deseos; todas estas respuestas responden fácilmente a esta pregunta, aunque hay algo más, aquello que corresponde al deseo de ser padres y la autoridad que éstos se dan a sí mismos para ejercer las funciones de la paternidad. Algunos con timidez confiesan que temen frustrarlos para evitar ser juzgados por otros padres, que les cuesta poner límites porque quieren ver a sus hijos cien por cierto felices. Sin embargo no hay que perder de vista que como cuidadores su responsabilidad es tomar decisiones por ellos, recordando que no se van a traumatizar porque no consiguen lo que quieren, ellos necesitan aprender a tolerar la frustración porque afuera no habrá alguien que los complazca completamente. Joseph Knobel Freud en su Libro: Los retos de ser padres, nos recuerda que los límites evitan que los niños terminen perdidos en el país del nunca jamás, como Peter Pan, sin nadie que los mire y sostenga. Por otro lado, un peculiar escritor intelectual busca escribir en papel sus memorias de vida, y termina narrando la vida de Pinocho. Somos testigos de sus tropiezos, sus intentos fallidos de que otros lo escuchen, de ser como un guía espiritual para los demás, con la intención de que tomen buenas decisiones; está ahí para recalcar la desobediencia, pero no solo eso. Este famoso personaje del que hablo es, como seguro ya adivinaron, el sabio Sebastian Cricket, o conocido por muchos como Pepe Grillo. En un video para Netflix destaca un aspecto muy valioso de la madera con la que es diseñada Pinocho. Es una madera que no es perfecta, y la vida tampoco lo es; uno puede meter un poco la pata, o varias patas, pero damos lo mejor de nosotros mismos y eso es lo mejor que podemos hacer. Esta marioneta con vidas de gato, Pinocho, se pregunta cosas muy interesantes, entre ellas: ¿por qué la guerra? La guerra es dolor, separación, rutina, muerte. Las escenas de los niños ejercitándose para la guerra, o más bien esclavisándose, en la época fascista, rodeados de bombas que acabaran con sus vidas; fueron impresionantes para mí, y me hacen pensar en las palabras dichas por Guillermo del Toro en una entrevista: “La animación puede contar cualquier historia, lo raro, lo siniestro, lo terrible”. En momentos la furia y el enojo se muestran como algo casi malévolo, Geppeto en una escena corta la madera enfurecido y Volpe, el vicioso malvado que maltrata a Pinocho y Spazzatura, quiere quemarlo vivo. Recordando que esta historia sucede en la época fascista, se nos muestra una competencia entre dos equipos rivales con Pinocho y Candlewick (hijo del Podestà, que cuida el bienestar moral del pueblo) como líderes, quienes se esfuerzan por ser amados por sus padres. El “juego” termina con un abrazo tierno entre dos amigos que declaran un empate, no quieren hacerse daño, a la que podríamos darle la lectura de la renuncia de Candlewick a los deseos de su padre (quien piensa que es un cobarde) desde la desobediencia, negándose a matar a Pinocho, diciendo: ”Toda mi vida traté de complacerte, pero nunca lo haré. Tenías razón, soy delgado, débil, frágil como la mecha de una vela [wick of a candle, como su nombre], siempre con miedo. Pero con todo el miedo que tengo, ahora voy a decirte que no. No me da miedo decirte que no”. El mensaje está ahí: No hay uno mejor que el otro, para los dos hay lugar, ambos pueden ganar. Los sentimientos entre los hombres ejercen un efecto contrario a la guerra; la amistad y la unión son el enemigo de la destrucción total, en palabras del padre del Psicoanálisis (Sigmund Freud). Al final de la película Pinocho salva a Geppetto, el grillo y Spazzatura de morir ahogados, perdiendo un brazo y su propia vida, aunque el noble grillo (como lo llama la guardiana) pide como deseo que vuelva. Geppetto confiesa mientras sostiene en brazos a Pinocho que trataba de convertirlo en alguien que no es, le pide que no sea Carlo, que sea justo como es él, que así lo ama; a lo que él responde: “Entonces seré Pinocho”. No tenemos que cambiar para ser amados, algunos nos amarán y aceptarán tal como somos, imperfectos. La gran salvación que tenemos es abrazar nuestras imperfecciones, esa es la tierna lectura que le da Guillermo del Toro. La rigidez y la perfección llevan a un solo destino: la destrucción, el fascismo. Las salvaciones van más allá del sacrificio amoroso. Pinocho salva al Grillo (de sus vanidades), a Geppeto (de su duelo) y Spazzatura (de su amo), pero no haciéndolo él, si no permitiendo con su ejemplo que ellos mismos se liberen. Esto es un verdadero héroe en una historia, en palabras de Héctor Mendoza Cuevas, cinéfilo mexicano. Por último, responderé a la tan repetitiva pregunta de si esta es o no es una película para niños con palabras del propio Guillermo: "No es una película para niños, pero los niños la pueden ver siempre y cuando tengan padres que hablen con ellos". Referencias bibliográficas: Freud, Sigmund, Obras Completas, Ed. Amorrortu, Argentina, 1991, 24 T. ¿Por qué la Guerra?, (1933 [1932]), T. XXII. Psipre. (14 de diciembre de 2022). Pinocho: Padres e hijos imperfectos. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=3EOUTh6KKX8&t=2874s Sopitas. (8 de diciembre de 2022). Entrevista con Guillermo del Toro l Su versión sobre Pinocchio, una de las mejores películas del año. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=tK34eayf04w Fuera de foco. (8 de diciembre de 2022). GUILLERMO DEL TORO: ¿Qué se puede hacer por la ANIMACIÓN en MÉXICO I ENTREVISTA /. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=I_2Ff57Ikc4 Knobel Freud, J. (2019). El reto de ser padres. Paidós.](https://psicologosmonterrey.com.mx/wp-content/uploads/2024/10/IMG-20241009-WA0011.jpg)






