Articulo del Lic. Diego García abordando la relación entre las deudas económicas y afectivas.

Deudas económicas y afectivas

¿Debemos pagar por y con nuestros afectos? Las personas tendemos a usar el afecto que sentimos por alguien, como moneda de cambio, es decir, que nuestros sentimientos “valen” para obtener algo. El dinero tiene también un valor que mínimo dos personas comparten. Por ello, el afecto y el dinero forman un símbolo.

Si pensamos que funcionan de una manera similar, es porque al igual que el dinero, el afecto circula entre esas dos personas vinculadas. Yo te doy afecto, entonces, espero que eso que di, sea retribuido o “pagado”. No podemos medir con exactitud una cantidad de afecto, sólo lo suponemos. Esto da la posibilidad de que uno se pueda sentir en deuda con alguien más o que ese otro le debe o, en el caso contrario, que uno genere una deuda de afecto en otro para asegurar una “ganancia”.

Aquí vemos una gran diferencia con respecto al dinero puesto que éste puede contabilizarse como tal. Por ejemplo, te debo $50, los pago y la deuda está saldada. En los afectos es más complicado. Como caso hipotético, si un padre otorga esperanza (un afecto como tal) de que su hijo cuando crezca los sacará de la pobreza y este hijo toma de manera inconsciente o consciente el encargo, tenderá a lograrlo. Pero también está la posibilidad de que una parte de él no lo quiera hacer o simplemente no pueda conseguirlo. Muy probablemente este hijo se sentirá en deuda con su padre. Una deuda que no puede pagarse y que puede formar una carga emocional.

Entonces, ¿estamos condenados a pagar por lo que otros nos trasmiten? El hacer consciencia del cómo damos y recibimos nuestros afectos puede responder a interrogantes de nosotros mismos. Las cargas emocionales pueden disiparse cuando podemos reconocerlas.

 

Lic. Diego García

lic_diego@psicologosmonterrey.com.mx

Diego García

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