Estamos próximos al Día Internacional de la Mujer, y como es de esperarse muchos comenzarán a analizar el lugar de ella después de una lucha de más de 100 años.
Arriesgándome a caer en el reduccionismo, es evidente una tendencia mundial a la dominancia masculina (laboral, económica, social, política, etc.), pero definitivamente no es lo mismo que antes; de hecho, el objetivo de este escrito es reflexionar justamente lo opuesto: la lucha femenina por la igualdad que ha llevado a la desigualdad, ahora la mujer posicionándose “por encima”.
En las últimas décadas podemos ver que la mujer ha logrado independizarse económica y psicológicamente del hombre, y en el intento por lograr esto, también se ha originado el efecto 360°, han caído en el mismo fenómeno que criticaban del sexo opuesto, llevándolas a estar en relaciones sociales y de pareja donde pueden mantenerse en dominancia, con el poder del vínculo.
A pesar de que ello pueda parecer un éxito, a mi parecer aún refleja vestigios de la mujer vulnerable, que todavía sienten temor de la dominancia masculina, de sentirse “fuera de control”, y por lo tanto eligen compañeros que las mantengan “cómodamente” protegidas de aquel temor.
Claro, de esta forma es mucho más fácil esconderlo y mostrarse dominante en todos los sentidos, ¿pero cuál será el núcleo del conflicto que lleva a muchas mujeres a estar en relaciones desniveladas, ubicándose por debajo o por encima del otro?
Esta pregunta puede generar una respuesta diferente por cada uno de los individuos, e inclusive de la dinámica originada en cada relación (porque sí, siempre tiene que haber un roto para un descosido), pero lo que podemos generalizar es que, en estos casos, las relaciones realmente “parejas” resultan en detonantes de fuertes angustias, debido a la cercanía y a la misma vulnerabilidad de estar uno frente al otro.
La realidad es que es difícil lograr estas relaciones “parejas”, pero sí es posible; tal vez por momentos fluctuantes y seguramente no al 100%, pero cuanto más nos acerquemos, menos distancia emocional habrá.
Y recuerden mujeres, la lucha por la igualdad femenina, también implica aceptar las diferencias, de lo contrario se convierte en un machismo disfrazado.
Lic. Florencia Bevilacqua / lic_florencia@psicologosmonterrey.com.mx