En México el 70 % de la población presenta sobrepeso, siendo un factor que representa un gran riesgo para la salud, y que se debe intervenir desde las distintas áreas profesionales, pues hay muchos aspectos que lo provocan, desde biológicos, ambientales, culturales, sociales y, más importante, las condiciones emocionales en las que el sujeto se encuentra inmerso.
A pesar de ello, se puede creer que no hay relación entre obesidad y las emociones, sólo se relaciona a la cantidad de comida que se ingiere y a los hábitos que se tienen, sin imaginar la causa o raíz de dicha problemática.
Es fácil caer en cuenta cuando comemos impulsivamente sin necesariamente tener hambre; habitualmente ocurre cuando estamos en situaciones que nos generan algún tipo de estrés o ansiedad y con esa práctica se alivia momentáneamente dichas sensaciones, digamos que llenamos el hueco con “algo”; el error está en que ese hueco no es de hambre sino de índole emocional.
Aprendemos culturalmente a calmarnos con comida, (no olvidemos la típica escena del bebé llorando y siendo calmado con una paleta o el biberón), pero difícilmente aprendemos a identificar y trabajar sobre lo que nos pasa a nivel emocional.
Sumado a lo anterior, la obesidad también es causa de diversos problemas emocionales, pues después de alimentarnos por ansiedad (con atracones o sobrellenando ese hueco) se generan sentimientos de culpa, vergüenza y enojo por haberlo hecho, concretando en sentimientos devaluatorios hacia uno mismo.
Así vemos que el exceso de peso también genera trastornos como la depresión, altera la autoestima, la percepción corporal, entre otras, causando diversas enfermedades físicas y psicológicas alterando la vida de las personas.
Es indispensable aprender a controlar la cantidad de alimento que se consume y la forma en que se hace, pero mucho más importante es poder controlar los sentimientos, primero entendiéndolos así como reflexionándolos para que esas sensaciones no sean suprimidas por la satisfacción momentánea de consumir alimentos. Encontrar la relación entre los alimentos consumidos y el estado de ánimo es el inicio para detener el hábito de comer cuando se tienen problemas.
Lic. Brenda Martínez
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