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¿Cómo influye la infancia en el presente?

No hay que ser psicólogos para saber que sí hay una influencia de nuestra infancia en lo que vivimos día a día, tanto, que cuando alguien tienen que dar sus hipótesis de por qué actúa o es de cierta forma puede decir, “es que cuando era niño…”.

Sólo una pequeña minoría dice que no tienen absolutamente nada que ver su pasado con lo que está viviendo hoy, y muchas veces, eso es una simple defensa del dolor que puede causarle el aceptar que hay pasados que se hacen presentes.

Así, se convierte muy difícil negar la influencia de lo vivido en lo actual, pero… ¿realmente sabemos cómo influye ese pasado en el día a día?

La infancia como antesala

 La infancia es una etapa del desarrollo esencial, desde el nacimiento hasta la adolescencia; allí se van obteniendo herramientas para la vida como:

  • Socialización.
  • Capacidad de vinculación con el otro.
  • Empatía.
  • Desarrollo de habilidades.
  • Capacidad de disfrute.
  • Resolución de conflictos.
  • Manejo del tiempo.
  • Capacidad para trabajar.
  • Capacidad para amar.
  • Disciplina y reglas.

En fin, la lista puede ser interminable, porque así la infancia se convierte en una etapa de primordial importancia para el potencial de la adultez. Y eso no significa que tenga que ser tratado como un “mini-adulto” para que aprenda a desarrollarse… en lo absoluto. El niño aprende lo anterior a través de:

  • Las reglas de sus padres.
  • Su tiempo consigo mismo y su imaginación.
  • Libertad de expresión.
  • Explorando sus alrededores.

Desafortunadamente, muchas veces la infancia, etapa que debería ser tratada con especial cuidado, se convierte en una víctima del mundo de los adultos que la rodean. De esta forma, cuando el niño tendría que estar concentrado al 100% en conocerse a sí mismo y a su mundo, jugar, explorar y demás, pasa a ser, ahora sí, un pequeño adulto, con preocupaciones, estrés, depresión, angustia, temor al abandono, ira.

Todo aquel tiempo y energía que podía ser dedicado a su propio crecimiento, es malgastado en pensamientos y sentimientos dolorosos, lo cuales, claramente no pueden ser procesado de la misma forma que un adulto, ellos lo vivirán con herramientas infantiles: podrán creer que todo es su culpa, podrán pensar que ellos tienen el poder de hacer algo para mejorar la situación de la familia, podrán imaginar situaciones que jamás sucedieron ni sucederán.

Y de la misma forma que el niño está siendo parte del mundo de los adultos, estos, tampoco pueden otorgarle a ellos el ambiente propicio para desarrollar esas herramientas básicas para vivir una adultez sana, ya que también pueden estar completamente absorbidos en sus desgracias.

Algunas situaciones familiares disfuncionales:

  • Falta de tiempo familiar
  • Cuando los padres tienen conductas contradictorias
  • Discusión y tensión constantes
  • Si uno de los personas presenta rigidez extrema
  • Cuando uno de los miembros se aísla de los demás
  • Desigualdad de trato hacia alguno de los miembros de la familia
  • Trastorno emocional no atendido
    Adicciones
  • Maltrato entre cualquiera de los miembros familiares
  • Conducta sexual inapropiada

Cuando en la infancia tuvimos que pasar por alguna de estas situaciones, la persona en la adultez definitivamente tendrá un déficit en su desarrollo. Ojo, lo anterior no significa que puede solucionarse.

La adultez como resultado de la infancia

La infancia NO es destino, pero como decíamos al inicio, sí es de vital importancia para que como adultos sepamos enfrentar las situaciones que nos permitirán SER un adulto. Con lo anterior me refiero a que unas de las consecuencias más comunes de infancias difíciles es crecer en edad cronológica, pero no en madurez emocional, siendo así niños en cuerpos de adultos.

Las consecuencias de situaciones difíciles en la infancia son:

  • Inestabilidad en las relaciones sociales.
  • Incapacidad para desarrollar vínculos reales con los demás.
  • Imposibilidad para la resolución de conflictos de forma madura.
  • Baja autoestima.
  • Manejo del tiempo ineficiente.
  • Estrés.
  • Relaciones de pareja dolorosas
  • Déficit en la capacidad de sentir placer.
  • Sexualidad inmadura.
  • Temor constante al abandono.
  • Incapacidad para desarrollar proyectos de vida satisfactorios.
  • Continuas dificultades laborales o inestabilidad en los empleos.
  • Mal manejo del dinero.
  • Enfermedades psicosomáticas.

Si leemos con atención la lista de arriba, vemos que es la vida en sí. De cierta forma es común enfrentarnos a situaciones así, lo que no es sano es ciclarnos y no poder salir de ellas. Así vemos que lo más afecta al adulto no son los cambios y contratiempos de la vida, sino la falta de flexibilidad ante ellos. Como la tan famosa definición de locura sentencia: hacer lo mismo esperando resultados diferentes.

Cabe resaltar que absolutamente todos vivimos consecuencias de la infancia, ya que nunca puede ser perfecta, lo importante es reconocer qué es lo que yo viví, identificar cómo eso me puede estar afectando mi presente, y finalmente tratar de arreglarlo AHORA.

Lic. Florencia Bevilacqua / lic_florencia@psicologosmonterrey.com.mx

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