Terapia en línea o presencial. ¿Cuál es mejor?

De entrada, no lo sé. Pero me ha hecho pensar algunas reflexiones tanto para las personas que estuvieron tomando terapia de manera presencial y se “trasladaron” a videollamada o llamada; y para las personas que su terapia ha empezado de esta manera.

¿Es lo mismo? Definitivamente no. Al menos hablaré de mi experiencia y la práctica psicoanalítica, en la cual el “campo” imaginario y material donde trabajamos que llamamos “encuadre” y que en cierta manera controlamos (como el lugar, el horario fijo, los muebles, el recibir el pago al terminar la sesión etc.) nos es arrebatado por la virtualidad: los pacientes, como muchas  personas, obviamente también han sido movidos en sus horarios y cotidianidad. Toman sus sesiones en su cuarto, en la sala de su casa comiendo un pan (¡qué envidia!), en su coche mientras se trasladan, en medio de su trabajo virtual. El lugar privado no siempre está como en el consultorio, el diván puede ser cualquier otro mueble, el verse reflejado en la pantalla también entra en juego. 

Habrá quien diga, fuera o dentro del psicoanálisis, que hay cosas más importantes que eso para la terapia se dé y sin duda las hay, pero eso no resta importancia a lo que vemos como partes metodológicas de nuestra intervención psicológica. ¿Uno puede reinventarse y adaptarse; vivir la experiencia y estar atento a los efectos que la virtualidad tiene? Pues parece que no nos queda de otra. A veces me he preocupado por “caber” en la pantalla, haciendo mis gestos en ese rectángulo que encuentro en el celular. Es una mirada distinta a la que el terapeuta y el paciente se enfrentan.

Extraño no poder dar un saludo de mano a las personas que vienen a consultar, sentirlos y distinguir los matices en esos mínimos detalles u observar algunos gestos particulares que tienen al caminar. La videollamada hace que las despedidas sean más rápidas e insípidas. Tampoco pienso que todo sea desagradable, a fin de cuentas es una forma más de trabajar y de seguir analizando y agradezco que exista esta posibilidad tecnológica.

Decidir si una u otra dependerá de muchos factores como la posibilidad de contagio, el deseo salir de una persona, de lo que representa la pantalla, la posibilidad de tener internet suficientemente bueno (a parte del analista) etc.

Si retomo mi pregunta del principio de cuál es mejor, ahora me pregunto para quién es mejor, o a quien le da más problema.

diegogarciaovalle@psicologosmonterrey.com.mx

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Diego García

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