Quien se queda sin padre.

Como terapeuta, es frecuente encontrar que pacientes que sufren, añoran o extrañan en particular alguien quien no estuvo por muchos años. Esta figura (pues no pudiéramos decir que es propiamente el «padre») tiende a ser una figura paterna.

Encontramos esta añoranza en diversas situaciones:

– Padre que dejó a la familia.

– Padres que jamás estuvieron, decidiendo desde el primer momento tener una nula participación en su paternidad.

– Padre que estuvo físicamente presente pero emocionalmente ausente.

– Padres que dieron en adopción a sus hijos.

Definitivamente no podemos encerrar todos los casos en una lista, ni simplificar la experiencia a una descripción, pero hay puntos que nos hacen reflexionar sobre las emociones que experimentamos si hemos vivido en una situación similar.

  • El padre va estar íntimamente relacionado con la formación de nuestra identidad, nuestro nombre y nuestro apellido. De manera tradicional el padre, su profesión u oficio también determinaba la profesión u oficio de sus hijos. Quien queda sin padre, en cualquier sentido que este sea, puede sufrir de una sensación de identidad incompleta.
  • Para la formación “saludable” de autoestima, el amor incondicional de nuestros padres es un ingrediente fundamental. Quien se queda sin padre, puede sufrir una sensación profunda de ser rechazado y de esta forma su autoestima podrá carecer de este ingrediente. Vemos con frecuencia que esto les lleva a una búsqueda interminable por un amor incondicional, provocando que se pongan en situaciones de riesgo en cuanto a sus relaciones interpersonales. O por el otro extremo, los encontramos no permitiendo suficiente cercanía a sus seres queridos por la simple y terrible posibilidad de volver a vivir un rechazo.
  • En la infancia tendemos a organizar el mundo alrededor de nosotros mismos, es un narcisismo inicial con el que todos cargamos. Por esta característica es frecuente encontrar en quien se queda sin padre, atribuir su ausencia a algo inherente a sí mismo concluyendo con frecuencia que no se fue suficiente para retener al padre.
  • Quien se queda sin padre puede encontrarse en una búsqueda insaciable de encontrar como llenar un vacío, un vacío que corresponde a un momento del pasado, un momento infantil y por esta característica que el vacío corresponde a otro momento sus intentos a ser fallidos.

 

¿Qué le queda a aquel quién se quedó sin padre?

  • Identificar su herida y su raíz, da la oportunidad real de poder sanar dicha herida, en este caso, compuesta de la ausencia paterna.
  • Revisar cómo el quedar sin padre ha influido en sus sentimientos, pensamientos, acciones y decisiones, puede permitir el reescribir la historia de otra forma. Una que permita construir la identidad y la autoestima de manera más firme, a pesar de la hueco que pudiera haber dejado el padre.
  • Sin duda este proceso es facilitado por un proceso terapéutico, sirviendo el terapeuta como una visión imparcial que permita detectar cuándo se vuelve a los patrones de pensamiento tan bien conocidos, los cuales pudieran impedir el proceso de elaboración de lo vivido y dificultar la reestructura de la identidad y que asu vez, permite la experiencia de vida plena a pesar del vacío del padre.

 

Cristina Kennington Westmark

Directora y psicoterapeuta de Psipre S.C.

Lic_cristina@psicologosmonterrey.com.mx

Cristina Kennington

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