¿Quién educa?
En la actualidad los maestros se ven en situaciones de mucha presión, un elemento importante se debe a la forma en la que está elaborado nuestro sistema educativo. Así mismo, tenemos a un padre y una madre de familia que día a día se enfrenta a situaciones económicas y laborales igualmente difíciles, y aunque no es tema central del escrito, es importante señalarlo para poner en la balanza los quehaceres y las situaciones sociales a las que todos, docentes, padres y madres de familia se encuentran actualmente.
Desde estas y seguramente también otras circunstancias, ¿a quién le queda cabeza para pensar en la trasmisión de valores morales? ¿Quién tiene energía y deseo de hacerse cargo de las dificultades que eso conlleva? Posiblemente la respuesta sea: solo a unos cuantos.
Según la Real Academia Española, educar significa desarrollar o perfeccionar las facultades morales e intelectuales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc. Y será el concepto más importante para tener presente.
Cuando recibo a un niño o a una niña en consulta privada por dificultades en la escuela, existe este mismo discurso entre padres, madres y docentes: ¿quién educa? ¿los padres o los maestros?, ¿el hogar o las escuelas? Parece que se busca encontrar el culpable que se haga cargo de los cambios que han manifestado las nuevas generaciones en cuanto a los valores morales, localizar el lugar de origen en donde se suscitó el problema, para ser ellos quienes modifiquen la intervención y esto no es así.
Es necesario mencionar que un niño con escaso reconocimiento de límites, con poca o ninguna tolerancia a la frustración, con baja autoestima, sin habilidades sociales, con poca empatía, sin el reconocimiento de saberse en grupo, con poca curiosidad por experimentar, temeroso a hacer preguntas, etc., no podrá aprender de una forma amigable y posiblemente su estancia en la escuela se convierta en una vivencia hostil y difícil. Algunos niños, aún con estas características, podrán encontrar una manera de hacerlo, pero ¿a qué costa?, ¿a qué costo? ¿con cuanta dificultad?, ¿a qué ritmo?, ¿con cuánto sufrimiento? Agrego que son generalmente estos mismos niños quienes llegan a consulta presentando dificultades y bajo rendimiento académico.
Algunos dirán, a la escuela se va precisamente a aprender y desarrollar todas estas habilidades y conocimientos, y es verdad, a la escuela se va a aprender el trabajo en equipo, a adquirir límites con las reglas institucionales, a socializar y empatizar con otros niños, crear lazos, a crear una disciplina y un valor por el trabajo a través de las tareas diarias, aprender y dominar conceptos científicos, etc.
Efectivamente, en la escuela es posible construir lo anterior, y será responsabilidad de la misma institución procurar el ambiente adecuado, sin embargo y tomando como referencia la teoría de grupo operativo de Pichón Riviére, la escuela funciona como una segunda oportunidad de vivir una experiencia que anteriormente se tuvo en casa. Por eso, las primeras relaciones familiares son determinantes para portar de herramientas a los niños, habilidades que pondrá en práctica más adelante para expandir sus vínculos y que será la escuela un escenario pertinente que dará acceso a esa posibilidad y que por ende es recomendable que cuide el ambiente para facilitar la continuación del desarrollo de nuestros niños.
Desde esta misma postulación de grupo primario y grupo secundario, se abre una importante invitación para todos los docentes, de prestarse firme y optimistamente a su vocación de educar. Ya que, aunque reciben a los niños con una forma de ser y actuar ya formada previamente, se ven involucrados en prestar nuevos y distintos modelajes que funcionen a los niños como figuras de identificación.
Intentemos colocar las cosas en su lugar: la educación inicia en casa, porque es este primer grupo que nos recibe y nos muestra el mundo, nos presenta ante y la sociedad, se mantendrá de alguna forma interno a lo largo de nuestra vida. Todos, al ingresar a la escuela representamos a nuestras familias, es entonces cuando queda visible la educación previa, la relación con los límites, las formas de acercarnos o no, la empatía o solidaridad, el respeto y reconocimiento, etc. Desde esta postura, nos convertimos en un representante de la familia a la que pertenecemos. Pero docentes, que eso no empañe la visión y la acción, habrá de omitirse el juicio paralizador e intentar entender que como docentes tienen la oportunidad de brindar un bagaje más amplio de oportunidades, no se trata de modificarlo porque está mal, se trata de trasmitirle a ese niño y/o a esa familia que tiene opciones y elección.
La educación continua a lo largo de toda nuestra vida, en cada experiencia, en cada nuevo reto, en cada aventura. Pero sin las herramientas necesarias y el ambiente oportuno, para cualquiera de nosotros será muy difícil salir adelante en una sociedad que cada vez más nos reclama como parte de los fenómenos morales.
¿Quién educa? Ambos, en conjunto. Educamos todos, cada uno desde su lugar, desde su rol. No se estanquen buscando el escenario desencadenante, esto ha generado obstruir la oportunidad de desarrollo y aprendizaje para muchos niños, hagámonos cargo del efecto para avanzar, que sentir menos culpa no nos libra de las implicaciones en el desarrollo de nuestros niños.
No es fácil, pero propongo que, con la constante reflexión, discernimiento, co-responsabilidad y trabajo en equipo, es posible encontrar nuestras implicaciones en el desarrollo de las generaciones a cargo.
Yeneiri Alonso Reyes
Correo: yeneirialonso@psicologosmonterrey.com.mx
Facebook: Psicóloga Yeneiri Alonso
Una ventana para reflexionar sobre el lugar de padres, madres de familia y docentes en la educación de las nuevas generaciones.
![Pinocho de Guillermo del Toro: Des-obediencia e Im-perfección Foto de Netflix - © 2022 Netflix, Inc. Imagen recuperada del portal de IMDB. La desobediencia, obediencia, perfección e imperfección giran alrededor de esta historia contada por Guillermo del Toro, una versión del clásico cuento infantil de la marioneta con vida creada por Geppetto, un zapatero que vive en un pueblo italiano en medio de la guerra fascista. Esta marioneta llamada Pinocho cobra vida con las palabras de un guardián mágico, que aparece como El Genio de Aladdin para concederle un deseo a Geppeto; la compañía y el amor de un hijo. Geppeto ha perdido a su nieto, Carlo, en un trágico accidente en medio de un bombardeo. En el fondo quiere que Pinocho sea como Carlo, un niño cariñoso, curioso y obediente, perfecto; así como él era un padre igual de perfecto en el pasado, que cantaba por las noches, jugaba y era querido por su comunidad. Esto cambia cuando Carlo muere, Geppeto deja de trabajar, comienza a beber y alejarse de los otros, ahora pasa a ser otro borracho del pueblo, abatido por el dolor de la pérdida, señalado como un loco perverso (exageradamente) por haber creado a Pinocho. Pinocho es un ser curioso que vorazmente quiere entender el mundo, se tropieza y camina alegre, cantando, jugando y divirtiéndose. De su nariz crecen ramas que se hacen más grandes cada vez que dice una mentira, los demás le ordenan que obedezca aunque apenas está aprendiendo qué es obedecer y qué es una mentira. ¿Por qué desear que Pinocho nazca obedeciendo? Para que así sea perfecto, porque los niños obedecen a los adultos, y éstos a su vez obedecen con mayor naturalidad, a lo que yo agregaría: porque están más inmersos en la cultura, lo que los detiene de hacer cosas que no están bien vistas por los demás. En mi consulta, y seguramente en la de muchos colegas que reciben pacientes infantiles, he escuchado a padres que no logran que sus hijos los obedezcan, hacen más caso a otras personas que los rodean, o solo a uno de ellos. Ante el desplegamiento de estos escenarios pregunto por qué piensan que esto es así, a lo que responden que quizás sea porque no pasan mucho tiempo con ellos por su trabajo, que el otro los consiente en todo y respetan más al que cumple todos sus deseos; todas estas respuestas responden fácilmente a esta pregunta, aunque hay algo más, aquello que corresponde al deseo de ser padres y la autoridad que éstos se dan a sí mismos para ejercer las funciones de la paternidad. Algunos con timidez confiesan que temen frustrarlos para evitar ser juzgados por otros padres, que les cuesta poner límites porque quieren ver a sus hijos cien por cierto felices. Sin embargo no hay que perder de vista que como cuidadores su responsabilidad es tomar decisiones por ellos, recordando que no se van a traumatizar porque no consiguen lo que quieren, ellos necesitan aprender a tolerar la frustración porque afuera no habrá alguien que los complazca completamente. Joseph Knobel Freud en su Libro: Los retos de ser padres, nos recuerda que los límites evitan que los niños terminen perdidos en el país del nunca jamás, como Peter Pan, sin nadie que los mire y sostenga. Por otro lado, un peculiar escritor intelectual busca escribir en papel sus memorias de vida, y termina narrando la vida de Pinocho. Somos testigos de sus tropiezos, sus intentos fallidos de que otros lo escuchen, de ser como un guía espiritual para los demás, con la intención de que tomen buenas decisiones; está ahí para recalcar la desobediencia, pero no solo eso. Este famoso personaje del que hablo es, como seguro ya adivinaron, el sabio Sebastian Cricket, o conocido por muchos como Pepe Grillo. En un video para Netflix destaca un aspecto muy valioso de la madera con la que es diseñada Pinocho. Es una madera que no es perfecta, y la vida tampoco lo es; uno puede meter un poco la pata, o varias patas, pero damos lo mejor de nosotros mismos y eso es lo mejor que podemos hacer. Esta marioneta con vidas de gato, Pinocho, se pregunta cosas muy interesantes, entre ellas: ¿por qué la guerra? La guerra es dolor, separación, rutina, muerte. Las escenas de los niños ejercitándose para la guerra, o más bien esclavisándose, en la época fascista, rodeados de bombas que acabaran con sus vidas; fueron impresionantes para mí, y me hacen pensar en las palabras dichas por Guillermo del Toro en una entrevista: “La animación puede contar cualquier historia, lo raro, lo siniestro, lo terrible”. En momentos la furia y el enojo se muestran como algo casi malévolo, Geppeto en una escena corta la madera enfurecido y Volpe, el vicioso malvado que maltrata a Pinocho y Spazzatura, quiere quemarlo vivo. Recordando que esta historia sucede en la época fascista, se nos muestra una competencia entre dos equipos rivales con Pinocho y Candlewick (hijo del Podestà, que cuida el bienestar moral del pueblo) como líderes, quienes se esfuerzan por ser amados por sus padres. El “juego” termina con un abrazo tierno entre dos amigos que declaran un empate, no quieren hacerse daño, a la que podríamos darle la lectura de la renuncia de Candlewick a los deseos de su padre (quien piensa que es un cobarde) desde la desobediencia, negándose a matar a Pinocho, diciendo: ”Toda mi vida traté de complacerte, pero nunca lo haré. Tenías razón, soy delgado, débil, frágil como la mecha de una vela [wick of a candle, como su nombre], siempre con miedo. Pero con todo el miedo que tengo, ahora voy a decirte que no. No me da miedo decirte que no”. El mensaje está ahí: No hay uno mejor que el otro, para los dos hay lugar, ambos pueden ganar. Los sentimientos entre los hombres ejercen un efecto contrario a la guerra; la amistad y la unión son el enemigo de la destrucción total, en palabras del padre del Psicoanálisis (Sigmund Freud). Al final de la película Pinocho salva a Geppetto, el grillo y Spazzatura de morir ahogados, perdiendo un brazo y su propia vida, aunque el noble grillo (como lo llama la guardiana) pide como deseo que vuelva. Geppetto confiesa mientras sostiene en brazos a Pinocho que trataba de convertirlo en alguien que no es, le pide que no sea Carlo, que sea justo como es él, que así lo ama; a lo que él responde: “Entonces seré Pinocho”. No tenemos que cambiar para ser amados, algunos nos amarán y aceptarán tal como somos, imperfectos. La gran salvación que tenemos es abrazar nuestras imperfecciones, esa es la tierna lectura que le da Guillermo del Toro. La rigidez y la perfección llevan a un solo destino: la destrucción, el fascismo. Las salvaciones van más allá del sacrificio amoroso. Pinocho salva al Grillo (de sus vanidades), a Geppeto (de su duelo) y Spazzatura (de su amo), pero no haciéndolo él, si no permitiendo con su ejemplo que ellos mismos se liberen. Esto es un verdadero héroe en una historia, en palabras de Héctor Mendoza Cuevas, cinéfilo mexicano. Por último, responderé a la tan repetitiva pregunta de si esta es o no es una película para niños con palabras del propio Guillermo: "No es una película para niños, pero los niños la pueden ver siempre y cuando tengan padres que hablen con ellos". Referencias bibliográficas: Freud, Sigmund, Obras Completas, Ed. Amorrortu, Argentina, 1991, 24 T. ¿Por qué la Guerra?, (1933 [1932]), T. XXII. Psipre. (14 de diciembre de 2022). Pinocho: Padres e hijos imperfectos. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=3EOUTh6KKX8&t=2874s Sopitas. (8 de diciembre de 2022). Entrevista con Guillermo del Toro l Su versión sobre Pinocchio, una de las mejores películas del año. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=tK34eayf04w Fuera de foco. (8 de diciembre de 2022). GUILLERMO DEL TORO: ¿Qué se puede hacer por la ANIMACIÓN en MÉXICO I ENTREVISTA /. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=I_2Ff57Ikc4 Knobel Freud, J. (2019). El reto de ser padres. Paidós.](https://psicologosmonterrey.com.mx/wp-content/uploads/2024/10/IMG-20241009-WA0011.jpg)






