Tiempos de pandemia, tiempos de confusión, hartazgo, tal vez soledad, tal vez de ansiedad; definitivamente las cosas son distintas hoy.
El tiempo para algunos se ha vivido con pesadez y extenuante, como si no pasara al mismo ritmo. Sí, el ritmo ha cambiado. Mi trabajo me ha permitido al mismo tiempo que mantenerme cuerdo y ocupado, muy al tanto de los pasos y sensaciones que recorren la mayoría de los pacientes en la pandemia. Paradójicamente, los cambios emocionales son rápidos, como ha sido también la ola de información.
Ante tantos cambios, ha sido difícil una cierta asimilación de la información, sentimientos y pensamientos que esto suscita, por lo cual nos ha llevado a sentirnos más vulnerables, desprotegidos y con menos recursos psicológicos para afrontar la realidad. Por lo anterior, he distinguido, como en cualquier otro proceso traumático, que los sujetos tendemos a tener estados o comportamientos regresivos o infantiles: querer culpar a alguien de la familia por el malestar que se vive en el encierro, comer más, beber más, estar irritable y claro también, la necesidad de querer estar cerca de nuestros padres o cuidadores.
De alguna manera, con la sensación de vulnerabilidad, deseamos tener el cuidado y cariño de las personas que nos enseñaron a cuidarnos, sentirnos aliviados, apapachados y consentidos por ellos, como si eso nos hiciera por un momento olvidarnos de la realidad y sentirnos “seguros en casa”.
Por otro lado, este sentimiento también puede ser ambivalente, es decir, que por la misma relación que tuvimos con nuestros padres o cuidadores, haya una gran parte de nosotros que anhele esta cercanía, y al mismo, tiempo, nos cree un sentimiento de malestar, peligrosidad o vergüenza por volver a ellos. Lo anterior, nos habla también de cómo ha sido nuestra crianza, cómo fue (o es) nuestra relación con los seres queridos. En pocas palabras: necesitamos sentirnos cuidados, protegidos y amados por figuras confiables.
Ante situaciones como esta, es esperado sentir que necesitamos más estar juntos. Si necesitas hablar, hazlo. El estar con personas confiables y que nos traigan tranquilidad, da posibilidad de crear en nosotros y por nosotros mismos, un espacio para sentirnos seguros dentro de la realidad que hoy se vive como hostil.
Diego García Ovalle