lagrimas de elefante

Lágrimas de Elefante

Este es un escrito que nos han enviado para ser compartido de manera anónima. Agradecemos la generosidad de compartir la experiencia interna y la posibilidad de que otros puedan encontrarse en esas palabras.

No he parado de llorar… hoy lloro lágrimas enormes, como de elefante.
Hoy escuché algo que, no tenía consciente, y al escucharlo de forma tan clara, resonó en cada una de mis células. Fueron otras palabras pero dentro de mi, sonó a algo así como “…mi tamaño (especialmente mi sobrepeso) es como esa adaptación que han adquirido ciertos organismos que, con sus colores, le anuncian a posibles predadores que se deben pensar dos veces antes de atacarlos”. Resulta, que todo este tiempo mi sobrepeso, mi tamaño, de alguna manera me ha protegido de los demás, aparentemente intimidándoles, haciéndoles creer que puedo ser peligrosa si se atreven a lastimarme. Resulta, que así de vulnerable soy, que así de gruesa debo verme físicamente porque inversamente proporcional es mi fortaleza frente a las heridas que me provocan los demás, especialmente los que más me importan. Cuando me pregunto ¿de dónde llegó este elefante?, solo puedo pensar que debe ser lo más difícil del mundo entender que la persona que más debería amarme es la que más lastima. No había sido suficiente la adaptación de mi personalidad, de una niña blandengue e insegura, a una cabrona de cuidado para que dejaran de lastimarme, al menos no lo fue para ella, para mi mamá.
El elefante es difícil de tumbar, de perforar, de lastimar, de dominar. Profundamente matriarcal, por cierto, de comportamiento social complejo, de los pocos animales con rituales que sugieren que tienen consciencia de sí mismos, y hasta de la muerte. Animales de gran inteligencia y memoria, longevos y grandes. Ya no me parece tan raro que desde hace años es mi animal favorito. Una de las frases que más disfruto pensar y decir, es que: “con el puro miedo que me tengan, basta”, y hoy terminé de entender por qué. No me gustan las discusiones o los pleitos, aunque no dudaré en tenerlos si se trata de defenderme de alguien. Me había venido bien mi máscara… que digo, máscara… mi disfraz de elefante, y esto había incluido mi sobrepeso.
¡Vaya epifanía! Porque algo contra lo que he luchado tantos años, en realidad es algo que, en el fondo, me había dado seguridad y protección. No quiero verme vulnerable ante los demás. Me gusta cómo me ven ahora, como me respetan los demás. Prefiero el trato distante de los que no saben cómo lidiar conmigo, con la que deben tener cuidado, pero con la que nunca más se atreverían a ser desconsiderados o agresivos. Me gusta también pensar que ésta “gigante” también arropa y protege, y hay muchos que disfrutan de esta robustez sin sentirse amenazados, ni buscar sacar ventaja. Después de todo, ¿quién no disfruta la compañía de un majestuoso elefante? Experimento una dualidad profunda. Por un lado, me veo con sobrepeso y me disgusto, pero en otros momentos me veo hermosa y llena de energía y no me siento enferma, ni quiero estarlo. Quiero encontrar formas de seguir sintiéndome fuerte sin este disfraz, o cambiarlo físicamente por una vestidura que no ponga en riesgo mi salud, que no amenace el tiempo de vida que quiero estar con mi familia.

¿Tienes alguna reflexión por compartir?

Escritos Cartas y Reflexiones

Cuando uno esta en un proceso terapéutico, es frecuente que surjan momentos de desahogo y creatividad que nos llevan a plasmar de manera escrita algún entendimiento en particular de nuestra experiencia interna o metáforas e imágenes que nos ayudan a entendernos mejor. El hecho de compartir estas reflexiones íntimas permite que otros puedan leerse en las palabras de otros y así encontrar la forma de describir algo antes inexplicable. Por otra parte, también puede ayudar a quien no esta en un proceso terapéutico comprender un poco lo que esta implicado dentro de él y lo que puede surgir del mismo. Por estos motivos nos parece de gran valor hacer este espacio virtual.

 

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