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Madres en menopausia vs. Hijos adolescentes

Madres en menopausia vs. Hijos adolescentes

Por naturaleza hay etapas en la vida en donde nuestra forma de ser se modifica o se ve influenciada por diferentes factores, desde experiencias de vida hasta cambios físicos.  Cuando los cambios en el cuerpo nos llevan a comportarnos de manera diferente, podemos sentir que algo no anda bien en nosotros. Un ejemplo clave de lo anterior es el caso de las mujeres en menopausia y los adolescentes. Pero… ¿qué sucede cuando estas dos personas en crisis deben convivir?

Tanto madres en menopausia como sus hijos adolescentes sufren por sí mismos estos cambios y diferencias, que en cierto punto llegan a ser similares: constantes fluctuaciones y alteraciones en el humor, modificación en la secreción de hormonas, entre otras. Por otro lado, en el caso de relación madre e hija, esto se puede complicar más, ya que pareciera como sí algunas funciones fuesen en dirección contraria: aparición/desaparición de la menstruación, cambios corporales, autoimagen y autoconcepto, etc. Cada uno vive a su manera estos cambios que los llevan a alterar no sólo su vida personal, sino también su vida familiar, de pareja y social, según sea el caso.  Algunas veces estos cambios pueden controlarse para que afecten lo menos posible a los demás, sin embargo, es algo complejo por el simple hecho de ser interno: psicológico y biológico, por ende difícil de controlar. La mayoría de las veces, esta combinación nos lleva a  peleas constantes que se reflejan en el distanciamiento en la relación madre e hijo.

Algunas de las cosas que podemos modificar, es la forma de abordar dichos cambios y dentro de esto es importante considerar los siguientes puntos:

Estar conscientes de los cambios que cada uno vive en esta etapa de su vida: En el caso de las madres que viven la menopausia se sufre una serie de modificaciones que incluyen: Cambios constantes en el humor, fluctuaciones en la estabilidad emocional, cambios en la concentración y en la memoria, cambios en el sueño, bochornos o sofocos y sudoraciones nocturnos (estos últimos pueden provocar irritabilidad). En el caso de los adolescentes: Búsqueda de sí mismo y de la identidad, tendencia grupal, cambios en la sexualidad que van desde la masturbación hasta el acto sexual con el otro, actitud social que puede ir desde el apartarse de los demás hasta la búsqueda constante de los grupos sociales y contradicciones en su conducta, separación progresiva de los padres, constantes fluctuaciones del humor y del estado de ánimo. Al estar conscientes de nuestros cambios podemos asimilarlos, lo que nos permite tener mayor dominio y manejo sobre estos.

Buscar alternativas ante los cambios que nos afectan: Si de momento se dificulta el diálogo entre ambos, pueden buscar tiempos de convivencia con actividades neutrales para ambos: día de campo, cine, actividad deportiva, etc. Esto favorecerá la relación entre ambos y permitirá hablar al respecto cuando sea oportuno. Así mismo es importante considerar la opinión de algún especialista que nos pueda orientar al respecto según la sintomatología a trabajar (médico, ginecólogo, psicólogo, etc.).

Dialogar con nuestros seres queridos: En el caso de las madres, el poder acercarse con su pareja y/o seres queridos para dialogar al respecto es de gran ayuda en este momento, ya que con la sola sensación de la compañía en esta etapa, puede sentirse un apoyo que favorezca la convivencia diaria. Asimismo, en el caso de los padres, es importante considerar su rol frente a esta compleja dinámica entre la madre y el hijo(a), su situación es complicada ya que ambos se encuentran emocionalmente cambiantes y ambas partes pueden pedir alianzas frente al debate; considerar su rol en la familia y su participación es importante.

La convivencia en esta etapa es importante en la relación madre e hijo(a), sin embargo ambos necesitan disfrutar también de actividades independientes que favorezcan el entretenimiento y la individualidad de cada uno.

No hay que olvidar que por ambas partes viven etapas que tienen una duración determinada, por lo tanto requiere atención y esfuerzo mientras la etapa transcurra. El aprender a convivir con nosotros mismos y con los demás en esta y otras etapas es fundamental para nuestro crecimiento personal.

Lic. Ana Beatriz Banda López

lic_ana@psicologosmonterrey.com.mx

 

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