Los traumas infantiles son el tema cliché del psicoanálisis, y muchas veces eso hace que la gente pierda interés en acercarse a un proceso terapéutico por creer que “lo pasado pisado”.
Con los años de terapeuta (y de paciente) he notado algunos beneficios del diván que no se han hecho tan famosos:
- Posibilita poner en perspectiva temas que transcurren en lo cotidiano.
- Permite hablar con una persona neutral y, más allá del conocimiento teórico, con experiencia en escuchar a la gente.
- Permite la descarga de algo pesado, que una vez dicho en voz alta, se escucha más insignificante de lo que parecía.
- Le da un respiro a tus amigos, familia y pareja que ya te han escuchado y que, por más que lo deseen, no necesariamente sabrán cómo ayudarte.
- La toma de decisiones es menos impulsiva, más pensada.
- Permite “encuadrar” en un tiempo y lugar lo que a veces imposibilita llevar tu día a día con normalidad.
- Sabes que alguien va a escucharte desde otro punto vista y no sólo dirá lo que quieres escuchar.
- Te otorga el simple (y complejo) control de tu vida.
- Puedes expresar lo que en otros lugares es inaceptable, sin temor a las críticas.
- Y sí… también proporciona el ambiente para entristecerte o enojarte por los llamados traumas infantiles.
Lic. Florencia Bevilacqua
lic_florencia@psicologosmonterrey.com.mx