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Las consecuencias de felicidad instantánea en nuestros hijos

Todos queremos que nuestros hijos sean felices, sin duda alguna. No queremos que sufran porque deseamos lo mejor para ellos. Porque son nuestra responsabilidad, porque los amamos.

Además que cuando ellos sufren, sufrimos nosotros.

Cuando le preguntas a alguien qué estaría dispuesto hacer por sus hijos, fácilmente puedes escuchar en tu cabeza “Yo haría cualquier cosa mis hijos”.

Estamos dispuestos a cualquier cosa ante el sufrimiento de nuestros hijos.

  • Resolverles alguna dificultad.
  • Pelearnos con alguien.
  • Gastar dinero.
  • Trabajar el doble, el triple.
  • Sacrificar una necesidad propia.
  • Enfrentarnos a cualquier persona.

Por todo lo anterior no es de sorprendernos que cuando tenemos a la mano “felicidad instantánea” sea nuestro primer impulso proporcionárselo a nuestros hijos.


¿Qué es la felicidad instantánea?

La felicidad instantánea la defino como aquello que proporciona gratificación inmediata, da grandes cantidades de placer en poco tiempo y sin esfuerzo.


 

Claro, pudiéramos sentir que tiene perfecto sentido, si quiero que mis hijos sean felices, que mejor que lo sean de manera instantánea y si les puedo ahorrar un poco de sufrimiento pues… ¡qué mejor! ¡Para eso me tiene! ¿O no?

¡Ojo! Revisémoslo con más cuidado.

¿Qué felicidad instantánea tengo accesible para mis hijos?

  • Resolverles un problema.
  • Entretenerlos para que no se aburran.
  • Comprándoles lo que me piden en la tienda.
  • Comprándoles y dejándoles jugar videojuegos.
  • Prendiendo la televisión.
  • Prestándoles mi teléfono o la tablet.
  • Juegos de computadora.
  • El uso del internet.
  • Con un helado, chocolate o papitas.

¿Qué tienen en común?

Todos son fáciles, rápidos y carentes de nutrientes y esfuerzo.

Creo que los momentos en que más recurrimos a proporcionarles “felicidad instantánea” a nuestros hijos es cuando están sufriendo. Queremos ahorrarles sufrimiento, porque nos duele que sufran.

¡Alto! El sufrimiento que les ahorramos se los estamos acumulando para que en el futuro lo sufran. En el futuro ¿cuando nos duela menos a nosotros?

Se los estamos ahorrando/acumulando porque en los momentos que ellos están sufriendo y entramos nosotros con un placer inmediato, les estamos quitando la oportunidad de que procesen las dificultades, toleren la frustración de la vida, reflexionen sobre las consecuencias de sus actos, entre otras.

Sin embargo, me parece importante mencionar que no estoy diciendo que todo aquello que proporciona “felicidad instantánea” debemos sacarlo de nuestras vidas.

Sólo debemos tener cuidado en dos aspectos “cuándo” y “cuánto”.


 

Tips para el uso de la “felicidad instantánea”:

  • CUÁNDO – En relación al momento: Nunca le proporciones un alivio inmediato cuando está llorando, menos si es berrinche, cuando está enojado, o pelando.
  • CUÁNTO – En relación a la cantidad: Ten cuidado con los excesos, pues toda felicidad instantánea puede convertirse en una adicción. Modera la cantidad de tiempo y la frecuencia.

Las adicciones a la felicidad instantánea pueden confundir a las emociones. Cuando la felicidad instantánea se entromete, corrompemos a las emociones.

Ya no me enojo para protegerme. Ya no me entristezco porque perdí algo. Ya no estoy contento de manera espontánea. Mis emociones están entrenadas para conseguir felicidad instantánea. De ahí una fuente importante de manipulación.

La adicción a la felicidad instantánea también provoca: insaciabilidad, insatisfacción y más sufrimiento.

Es entendible que cuando nuestros hijos sufran nos duela y queramos ayudarles; sin embargo la mayor ayuda que les podemos dar es estar a su lado cuando tienen dificultades, frustraciones, enojos, tristezas para guiarles en el entendimiento y el proceso. Considero que una lección invaluable de vida que podemos darles a nuestros hijos es que no les tengan miedo al sufrimiento. El sufrimiento está entretejido en la vida, temerle al sufrimiento nos hace temerle al riesgo, a intentar cosas nuevas, a salirnos de nuestra área de confort. El sufrimiento, la tristeza, el dolor, pasan y, si nos permitimos vivirlo, nos dejan algo. Considerémoslo de esta forma: cuando permitimos que nuestros hijos luchen sus propias batallas, experimenten en chiquito los retos de la vida les estamos ahorrando bienestar y fuerza para el futuro.

Lic. Cristina Kennington Westmark / lic_cristina@psicologosmonterrey.com.mx

Cristina Kennington

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