La vinculación la pudiéramos definir como aquello que nos hace estar viviendo de manera conectada con lo que nos rodea y con quienes nos rodean. Suena algo sencillo, pero en realidad es bastante complejo porque implica una serie de logros y capacidades que muchas veces no tenemos de manera “natural” y/o nos cuesta desarrollar.
La vinculación implica:
– Escuchar atentamente.
– Poder estar viviendo el momento que está sucediendo.
– Tratar de entender lo que nos rodea.
– Disfrutar los acontecimientos.
– Permitir que los sentimientos “negativos” se desarrollen.
– Permitir sentir de manera intensa los positivos.
– Mostrarnos tal y como somos, a pesar del temor de ser vulnerables.
– Entre muchos otros.
Así, la vinculación puede abarcar toda una serie de pensamientos, acciones y sentimientos que desarrollen una relación real, con nosotros mismos, con amigos, pareja, con nuestro trabajo y claro… con nuestros hijos.
La vinculación con nuestros hijos agrega el reto de comprender a un ser individual tan cercano a nosotros por lo que puede ser complejo detenernos a reflexionar que vincularnos con ellos es más que estar con ellos.
La vinculación con nuestros hijos puede implicar:
– Tratar de entender su mundo infantil (el cual cambia constantemente debido a las etapas evolutivas que va atravesando).
– Comprender qué es lo que nos está tratando de decir a través de sus conductas.
– Darles su espacio.
– Permitir que vean nuestros errores si es necesario.
– Entender que ellos son más de lo que nosotros queremos de él y que nuestras expectativas no siempre serán cumplidas.
– Poder jugar con ellos, volcarnos en su juego, ya que así se comunican.
Lo anterior no es nada fácil, sobre todo si en nuestra historia, esto no era algo importante.
Debido a que no es fácil pero sí importante, el primer paso es comenzar preguntándonos ¿estamos vinculándonos con ellos?
Lic. Florencia Bevilacqua / lic_florencia@psicologosmonterrey.com.mx
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