La convivencia familia, una tarea difícil


Dos razones explican el por qué se dificulta tanto la convivencia familiar: La primera, porque sin excepción, todos los seres humanos somos distintos, pensamos y actuamos de manera diferente, por eso, cualquier relación interpersonal que entablemos será difícil de algún modo. La segunda razón, es porque la familia no se elige, es una relación ya establecida, hasta cierto punto impuesta. 


Sin embargo, el vínculo afectivo familiar es un lazo de unión tan fuerte, que permite aceptar lo anterior, adoptando normas de convivencia y funcionamiento, que a su vez hacen que cada familia sea única e irrepetible.

Individuos únicos, familias únicas


Así como ocurre con la individualidad de cada ser humano, ninguna familia es igual a otra, sin embargo, existen características similares entre el sistema de convivencia de una u otra familia, que permiten identificarlas como: 

  • Familias rígidas: Son familias en las cuales se establecen normas de manera autoritaria, en estas casi siempre quien ejerce la máxima autoridad es el padre. La pareja adopta roles tradicionales, la comunicación es vertical y restringida y los hijos tienen pocas oportunidades de expresión.
  • Familias laxas: Son familias en las cuales existen muy pocas normas o casi ni existen. En realidad, los padres poco se preocupan por ejercer control y disciplina en el hogar, son permisivos al extremo y se ocupan más de sí mismos que de sus hijos. La mayoría de este tipo de familias tiene lazos afectivos muy débiles y muy poca comunicación, por lo que sus miembros buscan resolver sus necesidades y conflictos fuera del hogar. 
  • Familias flexibles: Son familias en las cuales la determinación y aplicación de las normas se establece en forma discriminada, según la edad y las particularidades de cada miembro. La comunicación es horizontal y democrática y las reglas pueden ser negociables a veces, porque la idea es educar, no castigar. 
  • Familias caóticas: Son familias en las cuales las normas se establecen sin fundamento racional, sin orden ni expectativa, muchas veces, dependiendo incluso de los estados de ánimo de los padres y hasta suelen ser transgredidas por ellos mismos. La comunicación también suele ser ambigua y contradictoria. Los hijos viven en constante desorientación. 

¿Cómo lograr la convivencia familiar perfecta?

Es imposible, pero sí se puede alcanzar una convivencia familiar exitosa, cuando se consigue de manera consciente y responsable, instaurar un sistema de valores firmes y sólidos, que resistan las dificultades del crecimiento de los hijos, las crisis de pareja, las dificultades económicas, etc. 

Algunas características de las familias con un funcionamiento adecuado son: cada quien tiene un rol definido (padre, madre, hijo) y lo lleva a cabo, siendo capaz de solicitar orientación o apoyo provisional; los miembros pueden escucharse y retroalimentarse en algunos momentos, existe respeto hacia todos los integrantes, quienes fungen como figuras de autoridad son conscientes de la importancia de las reglas, límites y consecuencias y las llevan a cabo tomando en cuenta las características de cada individuo (edad, género, etapa de desarrollo, puntos a mejorar, etc) reconociendo los aspectos positivos de cada uno.

Dependiendo de las características y limitaciones propias, cada familia debe establecer el conjunto de valores sobre los cuales cimentará esta gran institución, a la luz de lo que se quiere ser como padres, hijos, hermanos y personas para la sociedad. Pero además, autoevaluarse con frecuencia y hacer “mantenimiento familiar”, es decir, retroalimentar en el tiempo ese sistema de valores, de acuerdo con los cambios que van exigiendo las nuevas circunstancias.

 

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