La confianza desde el nacimiento

La confianza se construye desde el día 1.

Desde el nacimiento, cuando los padres cumplen su función de manera adecuada, se puede generar una sensación física de confianza, ya que son ellos quienes pueden traducir sus necesidades sin la utilización todavía del lenguaje. El bebé recibe el calor del cuerpo de la madre y sus cuidados amorosos. Así, desde edades muy tempranas, se desarrolla el vínculo que será la base de sus futuras relaciones con otras personas importantes.

A estas experiencias tempranas se las denota como parte de los generadores de aceptación, seguridad y satisfacción emocional, poniéndose en la base de nuestro desarrollo de individualidad. A medida que va creciendo, el niño traduce la capacidad de sus padres de entenderlo y de apoyarlo como el significante de un ambiente seguro, en donde se puede desenvolver a sabiendas que está protegido; lo que da pie el  desenvolvimiento de la personalidad segura.

Así se localiza una causalidad directa del sentimiento de confianza que tengan los padres en sí mismos y en los demás, a lo que puedan reflejar en sus hijos.

Cuanto más seguras, de confianza y apertura sean las interacciones con nuestros hijos, mayor sentimiento de protección se instaura en ellos, formando una autoestima adecuada que, consecuentemente, permitirá confiar en sí, y en confiar en los demás, o justamente, poner límites cuando sienta que aquella persona, no ofrece algo que le es familiar, la tranquilidad y confianza.

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