Este no es un escrito más de pánico sobre el Coronavirus

Este no es un escrito más de pánico sobre el Coronavirus

Este no es un escrito más de pánico sobre el Coronavirus

Últimamente he notado que la chispa que empieza el incendio para la creatividad se ha ausentado. En efecto para escribir este pequeño artículo he batallado mucho. La forma más fácil que he encontrado de darle vida a esto es hacerlo más personal. Y no es para menos. La pandemia la traemos todos en la mente, ha ocupado un lugar privilegiado en el cual no podemos ignorarlo. Con esto y debido a la medidas implementadas, nos hemos visto en la obligación de tomar distancia, de no saludarnos, de no abrazarnos, no besarnos, no salir. ¡Sin duda esto tiene efectos psicológicos! Se han hablado mucho de los efectos particulares, individuales y sociales que tenemos más los que se presentarán con el tiempo. Uno de los tejidos que más se rasgan con esto me parece que están en el plano del amor.

La pandemia también la tenemos en la mente: nos ataca, disgrega, divide y pone en peligro nuestros vínculos amorosos. Tampoco es algo nuevo, muchas cosas lo hacen y lo harán eternamente, solo que hoy tiene un rostro a nivel mundial. Sin duda pone en evidencia nuestros miedos más profundos, las fantasías más irracionales o las defensas más controladoras para soportar esta realidad. ¿Han sentido más pánico o angustia de lo regular? Eso es lo normal ahorita. Cuando hay un flujo constante de angustia, hay menos palabras, menos posibilidad de elaborar la realidad en la que estamos, menos campo para simbolizar y transformar; eso conlleva que durmamos mal, que suba el estrés, que tengamos fatiga mental etc (y todo esto si tenemos el privilegio de no sentirlo antes que nos alcanzara la pandemia, porque sí, es un privilegio que más de la mitad de los mexicanos en pobreza no lo tienen; probablemente ya lo han sentido por otras situaciones “cotidianas” estresoras).

Los efectos colectivos son otros igual de mortificantes: vemos a los otros como “contagiados” y todas las cosas malas se las depositamos en un instante, los vemos como enemigos ¡a nosotros mismos! Es paradójico que en el pensar cómo cuidarse a uno mismo, descuidamos nuestros semejantes. Ejemplos en esta época hay muchos: desabasto, tenerle miedo a los doctores y área médica en general, algunos países no recibiendo el apoyo de otros, noticias falsas alarmistas y la lista puede seguir. En resumen, es como si los otros (lo que no soy Yo) fuera temido y cargara el signo de muerte, por lo cual es mejor que esté lejos no solo físicamente.

Y ¿cómo se contrarresta esto? con el otro lado de la moneda: los actos amorosos, esos que unen lo desunido, la solidaridad. Eso que explicaba Freud como Eros, lo que lleva al ser humano a unir e integrar. Ver al otro, pensarlo, sentirlo, ser empático, saber que no somos sin el otro, es una tarea titánica. La sociedad actual nos invita y enseña a solo pensar en tu propio bienestar, mensajes como “no dependas de nadie” o “lo más importante eres tú” circulan con descaro y lo implícito en esto nos ha llevado a romper cada vez más los lazos; ¿quién soy yo si no es por el otro que me da un lugar? Corresponde a una renuncia al narcicismo del cual hoy nos inyectan por donde sea y voltear a ver a lo que otra persona necesita, dejar de pensar un poco en uno mismo y pensar en quién está enfrente, al lado, a la distancia, a los que no vemos y a los que han sido invisibilizados.

Estos acontecimientos nos exhiben y desnudan nuestra humanidad. Destapa la alcantarilla de sentimientos fuertes, infantiles y míticos tales como la envidia, el odio, la confusión y destrucción. Para no aniquilarnos entre nosotros tenemos que pensar en el otro; para que la envidia no nos haga compartir lo que tenemos sin miedo a quedarnos vacíos tenemos que tender a la reciprocidad, para que el odio no se convierta en violencia tenemos que ponerle más palabras; para sobrevivir tenemos que amarnos más.

Diego García Ovalle

Psicoterapeuta de Psipre

diegogarciaovalle@psicologosmonterrey.com.mx

¿Cómo sobreviviremos a la pandemia mental que tenemos?

Diego García

Diego García

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