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De ser pareja a ser padres

La pareja siempre es de dos, por eso el primer hijo definitivamente moverá la dinámica de la relación. Esto, normalmente, es un tema hecho a un lado, por todo lo que hay que afrontar con la llegada del bebé, desde cuidados médicos, gastos y demás, pero ¿dónde queda el análisis de las modificaciones de la relación de pareja?

 

Algunas modificaciones normales son: la cantidad de tiempo que pasamos juntos, eventos a los que asistimos, la importancia que le damos a la familia política, el dinero que invertimos en la pareja, la frecuencia de las relaciones sexuales, la atención que le damos al otro, viajes que deseamos hacer, espacios físicos en el hogar.

 

Estos son algunas aspectos que pueden cambiar con la llegada del bebé, por eso aquí van algunas recomendaciones:

 

– Tratar de llegar a un acuerdo acerca de lo que quieren: al menos de las condiciones previamente enlistadas.

 

– Analizar qué puedo llegar a sentir con la llegada de un tercero: en ciertas parejas compartir el amor de nuestra pareja puede ser algo muy difícil; me pongo celoso/a cuando ve a su familia, cuando sale con amigos, cuando no me da toda la atención a mí. Estas pueden ser algunas señales de que la llegada de un miembro más dará unas dificultades extras a la adaptación.

 

– En pareja nos sentimos excepcionalmente bien: a veces integrar al bebé, puede ser difícil, ya que ambos se entienden y se disfrutan a la perfección; allí un tema de conversación ideal sería: ¿cómo vamos a integrarlo al “nosotros”?

 

– Tener presente lo siguiente: el área de ser pareja es una y el de ser padres es otra. Habrá que cultivar ahora ambas, por separado, pero a la vez en armonía una con la otra. Esta separación da espacio para que el vínculo de dos no se disuelva en el de ser padres (lo cual es muy común, y a veces por muchos años).

 

– Estar atentos a los cambios en la personalidad: dicen que las personas no cambian, pero no es cierto; de hecho, uno de los eventos que pueden impactar más en la personalidad es el ser padres, por lo que habrá que prestar atención a esos cambios, para poder ir hablándolos con mi pareja. Por ejemplo: pueden cambiar las prioridades, pueden cambiar los proyectos, pueden cambiar inclusive ciertas formas de ver la vida. Lo mejor es mantener informado al otro, y que aquel pueda comunicármelo también.

– Y si todavía están a tiempo, preguntarse, ¿para qué queremos un hijo?: es LA pregunta; difícil de contestar pero importantísima para que los dos estén en el mismo “canal”. A veces el deseo de un hijo es simplemente “lo que sigue”, a veces se busca como solución de problemas de pareja, en ocasiones es la sensación inconsciente de que dos no son suficiente. A veces la respuesta es que todavía no se sienten preparados y eso es entendible.

 

Estas, son algunas recomendaciones generalizadas, ya que siempre habrá más por cada caso en específico. Y algunas recomendaciones, para llevar a cabo las anteriores:

 

– Tratar de hablar esto, si es posible, antes de la llegada del hijo, y aun más, antes de la planeación del mismo.

– Fomentar el autoconocimiento: cuanto más conocimiento tengamos de nosotros mismos, más podremos aportar a nuestra relación de pareja, y más llevaderos serán los cambios.

– Tratar de analizar nuestra historia familiar, ya que aquella es la antesala de lo que significa ser pareja, padres e hijos.

– Hablar, hablar y hablar con mi pareja, es el ejercicio que trae beneficiosos preventivos y curativos también.

 

Lic. Florencia Bevilacqua

lic_florencia@psicologosmonterrey.com.mx

 

 

 

 

 

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