¿Cómo hablar de la muerte con nuestros hijos?
Definitivamente tenemos que hablar de la muerte con los hijos; la muerte es parte de la verdad de la vida, y aunque la verdad puede ser triste, el ignorarla… enferma.
La muerte es un tema difícil entre grandes y chicos, por eso antes de intentar explicarles a nuestros hijos lo que, es importante que lo entendamos lo mejor posible nosotros mismos.
¿Qué es la muerte?
Morir es terminar de vivir. La muerte es de lo que se trata el final de una vida. Es cuando nuestro cuerpo deja de funcionar.
También existen las explicaciones religiosas de “se van al cielo” o “está con los angelitos” las cuales pueden ser tranquilizadoras siempre y cuando el niño tenga un contacto constante con las explicaciones religiosas en otros aspectos de la vida. De no ser así el niño relacionará que Dios, los ángeles o el cielo tienen participación principal en su vida, en la muerte y eso lejos de dar tranquilidad pudiera llegar a angustiarlos.
La muerte es parte de la vida, de una manera la hemos ido negado y relegando inocentemente pensando que así la podemos evitar, sin embargo, como bien lo sabemos, es inevitable. No se trata de tener presente la muerte, sino simplemente de saber de su existencia… y posiblemente esto nos permita darle valor a la vida.
¿Cuándo debemos de hablarles de la muerte?
Como padres debemos de irles explicando la vida como se vaya presentando, las oportunidades para hablar de lo que es la muerte están siempre presentes, incluso seguramente su hijo(a) ya tiene cierto concepto, aunque usted no esté consciente de ello; ya sea por las caricaturas, cuentos, mascotas y también en las moscas y zancudos que matamos.
Una vez que comencemos el diálogo con nuestros hijos sobre lo que es la muerte, es importante que estemos preparados para las siguientes preguntas: “¿Y tú te vas a morir?” y “¿Cuándo?”. Ante esto no debemos de engañarlos y decirles “¡Uyyy! falta mucho tiempo” ni tampoco “Hasta que estemos viejitos” porque sabemos que lamentablemente no siempre es así; mueren bebés, niños, jóvenes, adultos y claro también viejitos. La idea central de la respuesta puede ser “Morimos cuando se nos acaba la vida” o “Cuando Dios así lo quiere” (siempre y cuando lo religioso sea parte de la vida del niño). Hasta después de los 6 años el niño se comenzará a angustiar con la idea de la muerte, así que incluso pudiéramos recomendar introducir el concepto antes.
También es importante mencionar que si un niño no hace preguntas acerca de la muerte no necesariamente significa que no las tenga, a veces es necesario que el adulto inicie la plática para que el niño(a) se abra en relación a sus dudas o para que exprese todo aquello que ha imaginado.
El tema de la muerte debe de hablarse de forma clara y en un lenguaje que el niño pueda entender según su edad.
0 a 2 años:
No hay una comprensión aparente de la muerte, pero no porque no la haya debemos dejar de comunicarle alguna noticia de algún ser querido o negar una muerte de alguna mascota.
Visualiza el fallecimiento como separación o abandono y sentirá desesperación por la interrupción en el cuidado y atención que se recibe.
Explicación breve. Puede ser en una sola ocasión.
2 a 6 años:
Visualiza la muerte como reversible o temporal (lo que confirman en las caricaturas).
Se puede percibir la muerte como un castigo.
Por no poder diferenciar entre la fantasía y la realidad, el niño(a) puede sentirse culpable por haber tenido sentimientos y/o pensamientos negativos hacia la persona que murió y creer que eso fue la causa de la muerte.
Explicación breve, puede ser en varios momentos. Estar abierto por si el niño(a) regresa a hacer preguntas.
6 a 11 años:
Se da una comprensión gradual del carácter irreversible y definitivo de la muerte.
Comienza a comprender la relación causa y efecto, disminuyendo el uso de la fantasía como explicación del mundo.
Explicación breve pero abierta a que el niño haga preguntas o exponga sus ideas sobre el asunto.
11 años o más:
Comprensión de que la muerte es irreversible, universal e inevitable.
Se tiene pensamiento abstracto y filosófico.
Explicación; si se le está dando una noticia, poder hacer el recuento de la vida de la persona.
¿Qué hacer cuando fallece una mascota?
Ante todo decir la verdad: Si la mascota está enferma sería conveniente hacerlo partícipe desde la enfermedad para que el niño se vaya preparando para la despedida e incluso introducir el tema de la muerte antes de que ésta suceda para que no tome al niño por sorpresa.
Ritual de despedida: Realizar un ritual de despedida ayuda en cualquier proceso de duelo; decir unas palabras, pedirle disculpas por lo que haya quedado pendiente, darle las gracias por lo que nos dio, hacerle un mini-funeral, hacerle una carta, etc. Cualquier cosa que el niño esté involucrado e interesado, ayuda en su proceso de duelo.
¿Cuál es la mejor manera para explicarles a los pequeños que un familiar o amigo falleció?
Ante todo, decir la verdad; no dar detalles de más ni limitar la explicación que ellos estén pidiendo. Lo más recomendable es que quien dé la noticia sea la persona más cercana a ellos, que ésta esté tranquila para poderles dar la seguridad de que ellos estarán bien.
¿Cuándo y cómo se les debe de dar la noticia?
Cuanto antes mejor pues los niños perciben los cambios y el dolor que existen en casa cuando ha pasado una tragedia, dejarlos en suspenso es dejarlos en la incertidumbre y esto pudiera causarles mucho más temor e inseguridad que comprender la verdad por más dolorosa que ésta pudiera ser.
Debe permitírsele al niño expresar o no expresar lo que el necesite en su momento. No debe de limitársele diciendo “Llora” ni tampoco por el contrario “Ya hijo no llores”
¿Se les debe de explicar la razón de la muerte?
Jamás se les debe de mentir y dar una explicación que no es. Por el contrario, sí se le debe explicar de manera general sin dar los detalles que ellos mismos no estén requiriendo. El dar explicaciones de más pudiera llegar a crearles más temores de lo que pudiera tranquilizarlos, y no decirles provoca que ellos se creen fantasías intentando explicar lo sucedido – las cuales pueden ser mucho más terribles que la realidad. No es necesario dar detalles de síntomas o características del accidente, sin embargo debemos estar abiertos a responder las preguntas que ellos puedan tener de manera simple, directa y tranquila.
¿Qué se les debe decir si preguntan «por qué» y/o “ahora donde está”?
Definitivamente la creencia en un Dios que cuida, en un paraíso o el cielo al que se va después de fallecer, tiende a ser la respuesta más recurrida sin embargo es importante que sea congruente con la enseñanza familiar. Hay quien cree en que al morir nos vamos al cielo, otros reencarnan, otros mueren porque es el destino. Cada esquema de valores trae consigo su propia explicación y es con ella con la que deberán de contestar. En caso de no tener una explicación también se les puede decir que existen varias creencias en relación al porqué y al dónde vamos después de morir.
Si el niño no ha tenido contacto o educación religiosa y se le comienza a explicar que su ser querido falleció porque “Dios así lo quiso” esto lejos de tranquilizarlo pudiera inquietarlo con asociando la idea de Dios únicamente con la muerte.
¿Es conveniente que vean el féretro o el cuerpo de la persona?, ¿Sí o no y por qué?
No es necesario para el proceso de aceptación que el niño vea el féretro o el cuerpo de la persona fallecida. Más que el féretro o el cuerpo de la persona, lo que pudiera impactar al niño es la reacción de los adultos a su alrededor, si sus padres están con él, si la gente estará tranquila, si la gente estará gritando, todos estos factores deben de tomarse en cuenta a la hora de decidir si llevar a un niño a un funeral. Exceptuando si se tratará de un miembro de su familia (padre o hermano) en el cual si se recomendaría que el niño estuviese presente durante todo el funeral.
¿Cuál es la mejor manera para que ellos se despidan de la persona?
Cada niño tendrá su forma particular de despedirse, cada quien de manera diferente dependiendo de su edad, de su personalidad, de la cercanía con la persona que falleció, de las circunstancias de la muerte, de cómo le explicaron, como le avisaron, si se pudo preparar (enfermedad) etc.
¿Se les debe de llevar al panteón?
Por lo menos en una ocasión sí, para que puedan darle un lugar a lo acontecido y tener una imagen apacible a donde le pueda llevar su imaginación cuando lo recuerde. En dado caso que el niño no estuviera presente durante el funeral y el entierro, una visita al panteón con flores e incluso una carta o dibujo de despedida pudiera ser de ayuda en el proceso de duelo del niño.
Sobre las visitas posteriores ya depende de las costumbres de cada familia y la cercanía del niño con la persona fallecida.
¿Si los papás o familiares están muy afectados con la noticia, es conveniente que los niños estén con ellos?
Una separación puede ser conveniente siempre y cuando no sea muy prolongada (no más de 2 o 3 días) y ésta debe de ser explicada a los hijos de manera tranquila por el papá o la mamá, así como es por ejemplo “Mama necesita estar sola una o dos días para llorar porque está muy triste por tu abuelito, después de eso regresaré a cuidarte como siempre lo hago”; y además deberá estar alguien más a cargo de los niños y ellos deberán saberlo “no tienes por qué preocuparte: tu tía Perla estará en casa y cuidará de ti… estarás bien”.
¿Cómo ayudarlos a vivir el proceso de aceptación?
Para que los padres o abuelos podamos ayudar a los niños en su proceso de duelo es indispensable que nosotros a su vez lo comprendamos. El perder a alguien que amamos es algo doloroso, por lo cual el expresar sufrimiento es adecuado y necesario. El proceso de duelo viene en fases que pueden empalmarse entre sí y repetirse. Las fases del duelo son: 1) negación 2) negociación 3) enojo 4) depresión 5) aceptación.
Es importante que tomemos en cuenta que si un duelo se prolonga más de 6 meses es indispensable buscar un especialista pues se ha convertido en un duelo patológico. Podemos saber que un duelo no se ha resuelto si:
- no hemos llorado.
- no hemos dejado de llorar.
- no podemos dejar de hablar de la persona perdida.
- no podemos hablar de la persona que ya no está.
Lic. Cristina Kennington
lic_cristina@psicologosmonterrey.com.mx
![Pinocho de Guillermo del Toro: Des-obediencia e Im-perfección Foto de Netflix - © 2022 Netflix, Inc. Imagen recuperada del portal de IMDB. La desobediencia, obediencia, perfección e imperfección giran alrededor de esta historia contada por Guillermo del Toro, una versión del clásico cuento infantil de la marioneta con vida creada por Geppetto, un zapatero que vive en un pueblo italiano en medio de la guerra fascista. Esta marioneta llamada Pinocho cobra vida con las palabras de un guardián mágico, que aparece como El Genio de Aladdin para concederle un deseo a Geppeto; la compañía y el amor de un hijo. Geppeto ha perdido a su nieto, Carlo, en un trágico accidente en medio de un bombardeo. En el fondo quiere que Pinocho sea como Carlo, un niño cariñoso, curioso y obediente, perfecto; así como él era un padre igual de perfecto en el pasado, que cantaba por las noches, jugaba y era querido por su comunidad. Esto cambia cuando Carlo muere, Geppeto deja de trabajar, comienza a beber y alejarse de los otros, ahora pasa a ser otro borracho del pueblo, abatido por el dolor de la pérdida, señalado como un loco perverso (exageradamente) por haber creado a Pinocho. Pinocho es un ser curioso que vorazmente quiere entender el mundo, se tropieza y camina alegre, cantando, jugando y divirtiéndose. De su nariz crecen ramas que se hacen más grandes cada vez que dice una mentira, los demás le ordenan que obedezca aunque apenas está aprendiendo qué es obedecer y qué es una mentira. ¿Por qué desear que Pinocho nazca obedeciendo? Para que así sea perfecto, porque los niños obedecen a los adultos, y éstos a su vez obedecen con mayor naturalidad, a lo que yo agregaría: porque están más inmersos en la cultura, lo que los detiene de hacer cosas que no están bien vistas por los demás. En mi consulta, y seguramente en la de muchos colegas que reciben pacientes infantiles, he escuchado a padres que no logran que sus hijos los obedezcan, hacen más caso a otras personas que los rodean, o solo a uno de ellos. Ante el desplegamiento de estos escenarios pregunto por qué piensan que esto es así, a lo que responden que quizás sea porque no pasan mucho tiempo con ellos por su trabajo, que el otro los consiente en todo y respetan más al que cumple todos sus deseos; todas estas respuestas responden fácilmente a esta pregunta, aunque hay algo más, aquello que corresponde al deseo de ser padres y la autoridad que éstos se dan a sí mismos para ejercer las funciones de la paternidad. Algunos con timidez confiesan que temen frustrarlos para evitar ser juzgados por otros padres, que les cuesta poner límites porque quieren ver a sus hijos cien por cierto felices. Sin embargo no hay que perder de vista que como cuidadores su responsabilidad es tomar decisiones por ellos, recordando que no se van a traumatizar porque no consiguen lo que quieren, ellos necesitan aprender a tolerar la frustración porque afuera no habrá alguien que los complazca completamente. Joseph Knobel Freud en su Libro: Los retos de ser padres, nos recuerda que los límites evitan que los niños terminen perdidos en el país del nunca jamás, como Peter Pan, sin nadie que los mire y sostenga. Por otro lado, un peculiar escritor intelectual busca escribir en papel sus memorias de vida, y termina narrando la vida de Pinocho. Somos testigos de sus tropiezos, sus intentos fallidos de que otros lo escuchen, de ser como un guía espiritual para los demás, con la intención de que tomen buenas decisiones; está ahí para recalcar la desobediencia, pero no solo eso. Este famoso personaje del que hablo es, como seguro ya adivinaron, el sabio Sebastian Cricket, o conocido por muchos como Pepe Grillo. En un video para Netflix destaca un aspecto muy valioso de la madera con la que es diseñada Pinocho. Es una madera que no es perfecta, y la vida tampoco lo es; uno puede meter un poco la pata, o varias patas, pero damos lo mejor de nosotros mismos y eso es lo mejor que podemos hacer. Esta marioneta con vidas de gato, Pinocho, se pregunta cosas muy interesantes, entre ellas: ¿por qué la guerra? La guerra es dolor, separación, rutina, muerte. Las escenas de los niños ejercitándose para la guerra, o más bien esclavisándose, en la época fascista, rodeados de bombas que acabaran con sus vidas; fueron impresionantes para mí, y me hacen pensar en las palabras dichas por Guillermo del Toro en una entrevista: “La animación puede contar cualquier historia, lo raro, lo siniestro, lo terrible”. En momentos la furia y el enojo se muestran como algo casi malévolo, Geppeto en una escena corta la madera enfurecido y Volpe, el vicioso malvado que maltrata a Pinocho y Spazzatura, quiere quemarlo vivo. Recordando que esta historia sucede en la época fascista, se nos muestra una competencia entre dos equipos rivales con Pinocho y Candlewick (hijo del Podestà, que cuida el bienestar moral del pueblo) como líderes, quienes se esfuerzan por ser amados por sus padres. El “juego” termina con un abrazo tierno entre dos amigos que declaran un empate, no quieren hacerse daño, a la que podríamos darle la lectura de la renuncia de Candlewick a los deseos de su padre (quien piensa que es un cobarde) desde la desobediencia, negándose a matar a Pinocho, diciendo: ”Toda mi vida traté de complacerte, pero nunca lo haré. Tenías razón, soy delgado, débil, frágil como la mecha de una vela [wick of a candle, como su nombre], siempre con miedo. Pero con todo el miedo que tengo, ahora voy a decirte que no. No me da miedo decirte que no”. El mensaje está ahí: No hay uno mejor que el otro, para los dos hay lugar, ambos pueden ganar. Los sentimientos entre los hombres ejercen un efecto contrario a la guerra; la amistad y la unión son el enemigo de la destrucción total, en palabras del padre del Psicoanálisis (Sigmund Freud). Al final de la película Pinocho salva a Geppetto, el grillo y Spazzatura de morir ahogados, perdiendo un brazo y su propia vida, aunque el noble grillo (como lo llama la guardiana) pide como deseo que vuelva. Geppetto confiesa mientras sostiene en brazos a Pinocho que trataba de convertirlo en alguien que no es, le pide que no sea Carlo, que sea justo como es él, que así lo ama; a lo que él responde: “Entonces seré Pinocho”. No tenemos que cambiar para ser amados, algunos nos amarán y aceptarán tal como somos, imperfectos. La gran salvación que tenemos es abrazar nuestras imperfecciones, esa es la tierna lectura que le da Guillermo del Toro. La rigidez y la perfección llevan a un solo destino: la destrucción, el fascismo. Las salvaciones van más allá del sacrificio amoroso. Pinocho salva al Grillo (de sus vanidades), a Geppeto (de su duelo) y Spazzatura (de su amo), pero no haciéndolo él, si no permitiendo con su ejemplo que ellos mismos se liberen. Esto es un verdadero héroe en una historia, en palabras de Héctor Mendoza Cuevas, cinéfilo mexicano. Por último, responderé a la tan repetitiva pregunta de si esta es o no es una película para niños con palabras del propio Guillermo: "No es una película para niños, pero los niños la pueden ver siempre y cuando tengan padres que hablen con ellos". Referencias bibliográficas: Freud, Sigmund, Obras Completas, Ed. Amorrortu, Argentina, 1991, 24 T. ¿Por qué la Guerra?, (1933 [1932]), T. XXII. Psipre. (14 de diciembre de 2022). Pinocho: Padres e hijos imperfectos. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=3EOUTh6KKX8&t=2874s Sopitas. (8 de diciembre de 2022). Entrevista con Guillermo del Toro l Su versión sobre Pinocchio, una de las mejores películas del año. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=tK34eayf04w Fuera de foco. (8 de diciembre de 2022). GUILLERMO DEL TORO: ¿Qué se puede hacer por la ANIMACIÓN en MÉXICO I ENTREVISTA /. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=I_2Ff57Ikc4 Knobel Freud, J. (2019). El reto de ser padres. Paidós.](https://psicologosmonterrey.com.mx/wp-content/uploads/2024/10/IMG-20241009-WA0011.jpg)






