¿Cuánto tiempo dura una terapia?: reflexiones e invenciones
Para responder habrá que tomar múltiples factores como la corriente teórica psicológica, el enfoque de la terapia, los objetivos, el contexto social, la demanda del paciente etc. etc. Mi objetivo no es hablar de ese, sino del otro tiempo en el que uno transcurre ahí: recostado en el diván, de frente, de pie (?), como sea.
Si hacemos un cálculo rápido, podemos pensar en un número como fuese un año en un psicoanálisis de dos frecuencias por semana, con una duración de cuarenta y cinco minutos por sesión (esto también es ajustable y discutido). Quitando las vacaciones, días feriados, días en los que se te olvida ir, e incluso esos días en los que no sabes ni en qué día estás -esto por poner un ejemplo, no vayan a creer que a veces se me olvida ir-, podemos hacer un cálculo de cuarenta y cuatro semanas de trabajo, las cuáles equivaldrían a ochenta y ocho sesiones al año. En un año son tres mil novecientos sesenta minutos en un año. En resumen, un aproximado de sesenta y seis horas que te dedicas a hablar sobre ti mismo. Menos de tres días.
Pero, ¿para qué tanto número? Simplemente para enfatizar el tiempo cronológico que alguien, con esta constancia y frecuencia “trabaja”. Entonces ¿valdrá la pena el costo anímico y económico? Sin dudar digo que sí. Para esto me prestaré de una analogía: pienso el espacio terapéutico como andenes de tren, específicamente la sesión como una estación de tren. Lugares donde uno para, comienza o termina; lugares donde uno se detiene a pensar, a orientarse, a preguntar sobre una nueva dirección o simplemente a tomar un respiro después de haber estado quién sabe cuánto tiempo viajando en el ferrocarril sin parar. Y para que esto tenga sentido, paradójicamente, el pasajero (pues va de paso, la terapia psicoanalítica tiene un fin) no tiene que estacionarse, sino ir y venir.
En la actualidad, el contexto social nos empuje incesantemente a no parar, a no detenernos, a convertirnos en seres voraces sin más deseo que el de seguir en este ferrocarril veloz y sin parajes.
¿Qué hace uno con esos espacios donde podría pensarse? Y con esto me refiero a esos momentos incluso bastante cotidianos donde podemos salirnos de las actividades casi automáticas del día a día y entrar en nuestros pensamientos. Las cosas que hoy se nos ofrecen pueden ser desalentadoras y sí colaboradoras para no pensar: cuando estamos en soledad preferimos conectarnos a redes sociales, ver televisión, videos, jugar juegos virtuales con objetivos cortos pero infinitos, hasta leer artículos de ocio con información que está hecha y destinada a olvidarse, por el simple motivo de no ser significativo ni útil. Con esto no quiero decir que todo el internet y sus aplicaciones son inservibles y perniciosas, sino que las formas en que las utilizamos son más encaminadas a gastar el tiempo, pasar el tiempo (antes conocido como pasatiempo, en el presente como hobby), no perder el tiempo (¿eso se puede?) o todos sus derivados. Y, ¿todo esto lo hacemos para no sentir un vacío y evitar pensar? Dudo mucho que sea una causa y efecto, pero al menos sé que cuando jugaba “Candy crush”, aunque era un juego prácticamente intuitivo, no podía pensar en otra cosa de manera seria, más que en cómo pasar al siguiente nivel.
Volviendo a la analogía y a la pregunta de este escrito ¿Cuánto tiempo (me) llevo en terapia? Podemos ahora decir que las paradas que hacemos en las estaciones no es el trabajo en sí. El trabajo comienza cuando uno sube nuevamente al tren, cuando volvemos a andar y avanzar pero con el antecedente de que hay un lugar para pensarse, y que a la vez, eso puede hacerlo en todo el trayecto de su corto o largo viaje hasta que llegue a la nueva estación-sesión. Este viaje probablemente acarree nuevas preguntas, así como recuerdos del mismo, experiencias, nuevos pensamientos y sentimientos que querremos entretejer con los que quedaron sueltos.
Con esto podemos concluir que, por un lado, el tiempo cronológico que se está en terapia es uno, pero el tiempo que uno utiliza para pensarse fuera de sesión hace relativo el tiempo cronológico que se pasa en el diván, simplemente porque uno ya no es el mismo. A modo que entre múltiples historias y posibilidades, alguien puede pasarse años en terapia y empezar a pensarse a duras penas; alguien más puede estar un par de sesiones y encontrar algo que lo haga pensarse, escucharse de manera distinta y despertar interés de lo que le pasa, así como también habrán otros que ni siquiera se detengan a pensar ni preguntarse cosas sobre sí mismos.
Lic. Diego García Ovalle
diegogarciaovalle@psicologosmonterrey.com.mx
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![Pinocho de Guillermo del Toro: Des-obediencia e Im-perfección Foto de Netflix - © 2022 Netflix, Inc. Imagen recuperada del portal de IMDB. La desobediencia, obediencia, perfección e imperfección giran alrededor de esta historia contada por Guillermo del Toro, una versión del clásico cuento infantil de la marioneta con vida creada por Geppetto, un zapatero que vive en un pueblo italiano en medio de la guerra fascista. Esta marioneta llamada Pinocho cobra vida con las palabras de un guardián mágico, que aparece como El Genio de Aladdin para concederle un deseo a Geppeto; la compañía y el amor de un hijo. Geppeto ha perdido a su nieto, Carlo, en un trágico accidente en medio de un bombardeo. En el fondo quiere que Pinocho sea como Carlo, un niño cariñoso, curioso y obediente, perfecto; así como él era un padre igual de perfecto en el pasado, que cantaba por las noches, jugaba y era querido por su comunidad. Esto cambia cuando Carlo muere, Geppeto deja de trabajar, comienza a beber y alejarse de los otros, ahora pasa a ser otro borracho del pueblo, abatido por el dolor de la pérdida, señalado como un loco perverso (exageradamente) por haber creado a Pinocho. Pinocho es un ser curioso que vorazmente quiere entender el mundo, se tropieza y camina alegre, cantando, jugando y divirtiéndose. De su nariz crecen ramas que se hacen más grandes cada vez que dice una mentira, los demás le ordenan que obedezca aunque apenas está aprendiendo qué es obedecer y qué es una mentira. ¿Por qué desear que Pinocho nazca obedeciendo? Para que así sea perfecto, porque los niños obedecen a los adultos, y éstos a su vez obedecen con mayor naturalidad, a lo que yo agregaría: porque están más inmersos en la cultura, lo que los detiene de hacer cosas que no están bien vistas por los demás. En mi consulta, y seguramente en la de muchos colegas que reciben pacientes infantiles, he escuchado a padres que no logran que sus hijos los obedezcan, hacen más caso a otras personas que los rodean, o solo a uno de ellos. Ante el desplegamiento de estos escenarios pregunto por qué piensan que esto es así, a lo que responden que quizás sea porque no pasan mucho tiempo con ellos por su trabajo, que el otro los consiente en todo y respetan más al que cumple todos sus deseos; todas estas respuestas responden fácilmente a esta pregunta, aunque hay algo más, aquello que corresponde al deseo de ser padres y la autoridad que éstos se dan a sí mismos para ejercer las funciones de la paternidad. Algunos con timidez confiesan que temen frustrarlos para evitar ser juzgados por otros padres, que les cuesta poner límites porque quieren ver a sus hijos cien por cierto felices. Sin embargo no hay que perder de vista que como cuidadores su responsabilidad es tomar decisiones por ellos, recordando que no se van a traumatizar porque no consiguen lo que quieren, ellos necesitan aprender a tolerar la frustración porque afuera no habrá alguien que los complazca completamente. Joseph Knobel Freud en su Libro: Los retos de ser padres, nos recuerda que los límites evitan que los niños terminen perdidos en el país del nunca jamás, como Peter Pan, sin nadie que los mire y sostenga. Por otro lado, un peculiar escritor intelectual busca escribir en papel sus memorias de vida, y termina narrando la vida de Pinocho. Somos testigos de sus tropiezos, sus intentos fallidos de que otros lo escuchen, de ser como un guía espiritual para los demás, con la intención de que tomen buenas decisiones; está ahí para recalcar la desobediencia, pero no solo eso. Este famoso personaje del que hablo es, como seguro ya adivinaron, el sabio Sebastian Cricket, o conocido por muchos como Pepe Grillo. En un video para Netflix destaca un aspecto muy valioso de la madera con la que es diseñada Pinocho. Es una madera que no es perfecta, y la vida tampoco lo es; uno puede meter un poco la pata, o varias patas, pero damos lo mejor de nosotros mismos y eso es lo mejor que podemos hacer. Esta marioneta con vidas de gato, Pinocho, se pregunta cosas muy interesantes, entre ellas: ¿por qué la guerra? La guerra es dolor, separación, rutina, muerte. Las escenas de los niños ejercitándose para la guerra, o más bien esclavisándose, en la época fascista, rodeados de bombas que acabaran con sus vidas; fueron impresionantes para mí, y me hacen pensar en las palabras dichas por Guillermo del Toro en una entrevista: “La animación puede contar cualquier historia, lo raro, lo siniestro, lo terrible”. En momentos la furia y el enojo se muestran como algo casi malévolo, Geppeto en una escena corta la madera enfurecido y Volpe, el vicioso malvado que maltrata a Pinocho y Spazzatura, quiere quemarlo vivo. Recordando que esta historia sucede en la época fascista, se nos muestra una competencia entre dos equipos rivales con Pinocho y Candlewick (hijo del Podestà, que cuida el bienestar moral del pueblo) como líderes, quienes se esfuerzan por ser amados por sus padres. El “juego” termina con un abrazo tierno entre dos amigos que declaran un empate, no quieren hacerse daño, a la que podríamos darle la lectura de la renuncia de Candlewick a los deseos de su padre (quien piensa que es un cobarde) desde la desobediencia, negándose a matar a Pinocho, diciendo: ”Toda mi vida traté de complacerte, pero nunca lo haré. Tenías razón, soy delgado, débil, frágil como la mecha de una vela [wick of a candle, como su nombre], siempre con miedo. Pero con todo el miedo que tengo, ahora voy a decirte que no. No me da miedo decirte que no”. El mensaje está ahí: No hay uno mejor que el otro, para los dos hay lugar, ambos pueden ganar. Los sentimientos entre los hombres ejercen un efecto contrario a la guerra; la amistad y la unión son el enemigo de la destrucción total, en palabras del padre del Psicoanálisis (Sigmund Freud). Al final de la película Pinocho salva a Geppetto, el grillo y Spazzatura de morir ahogados, perdiendo un brazo y su propia vida, aunque el noble grillo (como lo llama la guardiana) pide como deseo que vuelva. Geppetto confiesa mientras sostiene en brazos a Pinocho que trataba de convertirlo en alguien que no es, le pide que no sea Carlo, que sea justo como es él, que así lo ama; a lo que él responde: “Entonces seré Pinocho”. No tenemos que cambiar para ser amados, algunos nos amarán y aceptarán tal como somos, imperfectos. La gran salvación que tenemos es abrazar nuestras imperfecciones, esa es la tierna lectura que le da Guillermo del Toro. La rigidez y la perfección llevan a un solo destino: la destrucción, el fascismo. Las salvaciones van más allá del sacrificio amoroso. Pinocho salva al Grillo (de sus vanidades), a Geppeto (de su duelo) y Spazzatura (de su amo), pero no haciéndolo él, si no permitiendo con su ejemplo que ellos mismos se liberen. Esto es un verdadero héroe en una historia, en palabras de Héctor Mendoza Cuevas, cinéfilo mexicano. Por último, responderé a la tan repetitiva pregunta de si esta es o no es una película para niños con palabras del propio Guillermo: "No es una película para niños, pero los niños la pueden ver siempre y cuando tengan padres que hablen con ellos". Referencias bibliográficas: Freud, Sigmund, Obras Completas, Ed. Amorrortu, Argentina, 1991, 24 T. ¿Por qué la Guerra?, (1933 [1932]), T. XXII. Psipre. (14 de diciembre de 2022). Pinocho: Padres e hijos imperfectos. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=3EOUTh6KKX8&t=2874s Sopitas. (8 de diciembre de 2022). Entrevista con Guillermo del Toro l Su versión sobre Pinocchio, una de las mejores películas del año. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=tK34eayf04w Fuera de foco. (8 de diciembre de 2022). GUILLERMO DEL TORO: ¿Qué se puede hacer por la ANIMACIÓN en MÉXICO I ENTREVISTA /. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=I_2Ff57Ikc4 Knobel Freud, J. (2019). El reto de ser padres. Paidós.](https://psicologosmonterrey.com.mx/wp-content/uploads/2024/10/IMG-20241009-WA0011.jpg)






