Lo más importante a tener en cuenta ante este cuestionamiento es que no existe ser humano que realice un cambio en sí mismo si este cambio no surge desde su propia necesidad.
Para poder cambiar algo primero tenemos que tener consciencia de qué es lo que deseamos cambiar. Ante esto, es completamente básico e indispensable saber quién eres y cómo eres, para entender si hay algo en ti que deseas modificar, porque entiendes que no te beneficia esa concreta forma de ser o pensar.
Sobre aquellas personas que quieren cambiar a los que están a su alrededor, el deseo de querer cambiar al otro no es nada más que una proyección nuestra.
Parece contradictorio, pero lo cierto es que cuando vemos algo en el otro que no nos gusta o no aceptamos, lo rechazamos. Entonces piensas: esa persona debería cambiar porque es lamentable que se comporte de tal o cual forma.
Ante esta situación se presenta una cosa curiosa: y es que, mediante aquello que me es molesto aceptar en el otro, entiendo aquello que no me gusta ser.
Entonces el hecho de querer cambiar al otro, no es más que una proyección propia de aquello que yo no quiero en mí. Cambiar no es algo que pueda pasar de un día para otro y requiere de un proceso.
De hecho, el psicólogo, el psicoanalista, el psicoterapeuta, no cambia a la persona. Si ésta persona no desea cambiar, si no tiene esa necesidad desde lo más profundo, ni el mejor profesional del mundo lo hará cambiar.
Realizar cambios en uno mismo es algo en donde requerimos demasiada valentía, requerimos vencer nuestras propias resistencias, aquellas que se oponen al cambio.
Si queremos un cambio profundo, necesitamos un proceso profundo, un entender por qué es tan importante para mí el modificarme. Lo que puedes hacer entonces, es cambiar tú, para que tu cambio repercuta en los demás, ya que el primer paso para cambiar es aceptar al otro y a los demás tal como son. Esto es un mecanismo sistémico, es decir, que estamos conectados unos con otros, y que lo que uno haga va influir en todo el sistema, en todos los que te rodean.
Por ejemplo, si no te gusta que tu pareja sea un desastre con el orden, quizás sea que éste «control» por el orden está en ti como una manifestación de conflicto inconsciente. Pregúntate qué de ese «control» te afecta tanto para no soportarlo en el otro, y te hace rechazarlo, criticarlo y despreciarlo. Como se suele decir: “echar la pelota en el tejado del otro”.
Nadie somos iguales y si la otra persona no es amante del «control» y no le supone un problema para su vida, acepta que no lo cambie.
Si tus amigos son increíblemente impuntuales y no puedes soportarlo, y te enfadas cada vez que quedan porque nunca respetan la hora acordada y piensas: “¿por qué no son capaces de llegar puntuales? desde luego son unos impresentables e informales”, pregúntate a ti mismo por qué eres tú tan exigente con la puntualidad, por qué te parece una barbaridad la no puntualidad.
Si tu hijo es tan increíblemente tranquilo y te desespera de sobre manera, y le pides de todas maneras que no se puede vivir así, que su ritmo sea tan relajado que no le deja concluir con sus objetivos del día.
Pregúntate ¿Qué te ocurre a ti con la velocidad? ¿Por qué necesitas de forma imperiosa que las cosas se hagan más lentas?
“Hay que ver, la gente tiene mucha cara y al final soy yo quien siempre tiene que organizar todo, quien tiene que llamar, quien tiene que cuidar, quien tiene que trabajar, el resto no lo hace”. Cambia tú para que el otro cambie y se haga responsable de lo que le corresponde. Si dejas de hacerlo todo por los demás, aseguramos que alguno de los que están a tu lado se hará cargo de aquello que tú estás soltando.
Cambia tú, analizando por qué te molesta tanto, por qué lo haces todo tú. Acepta al otro tal y como es y acepta en ti eso que rechazas del resto. Quizás eres tú quien requiera cambiar y no el otro.
Psicóloga Consultora Psicoanalítica
Mayra Palacios
NºCOL.ANO916
Mayrapalacios@psicologosmonterrey.com.mx
Alonso Cano 8 2°b
Cádiz Capital.
C.P. 11010
Tel. 00 (34) 670640589
Querer cambiar a los demás es una proyección de aquello que no aceptamos en nosotros mismos.
								![Pinocho de Guillermo del Toro: Des-obediencia e Im-perfección Foto de Netflix - © 2022 Netflix, Inc. Imagen recuperada del portal de IMDB. La desobediencia, obediencia, perfección e imperfección giran alrededor de esta historia contada por Guillermo del Toro, una versión del clásico cuento infantil de la marioneta con vida creada por Geppetto, un zapatero que vive en un pueblo italiano en medio de la guerra fascista. Esta marioneta llamada Pinocho cobra vida con las palabras de un guardián mágico, que aparece como El Genio de Aladdin para concederle un deseo a Geppeto; la compañía y el amor de un hijo. Geppeto ha perdido a su nieto, Carlo, en un trágico accidente en medio de un bombardeo. En el fondo quiere que Pinocho sea como Carlo, un niño cariñoso, curioso y obediente, perfecto; así como él era un padre igual de perfecto en el pasado, que cantaba por las noches, jugaba y era querido por su comunidad. Esto cambia cuando Carlo muere, Geppeto deja de trabajar, comienza a beber y alejarse de los otros, ahora pasa a ser otro borracho del pueblo, abatido por el dolor de la pérdida, señalado como un loco perverso (exageradamente) por haber creado a Pinocho. Pinocho es un ser curioso que vorazmente quiere entender el mundo, se tropieza y camina alegre, cantando, jugando y divirtiéndose. De su nariz crecen ramas que se hacen más grandes cada vez que dice una mentira, los demás le ordenan que obedezca aunque apenas está aprendiendo qué es obedecer y qué es una mentira. ¿Por qué desear que Pinocho nazca obedeciendo? Para que así sea perfecto, porque los niños obedecen a los adultos, y éstos a su vez obedecen con mayor naturalidad, a lo que yo agregaría: porque están más inmersos en la cultura, lo que los detiene de hacer cosas que no están bien vistas por los demás. En mi consulta, y seguramente en la de muchos colegas que reciben pacientes infantiles, he escuchado a padres que no logran que sus hijos los obedezcan, hacen más caso a otras personas que los rodean, o solo a uno de ellos. Ante el desplegamiento de estos escenarios pregunto por qué piensan que esto es así, a lo que responden que quizás sea porque no pasan mucho tiempo con ellos por su trabajo, que el otro los consiente en todo y respetan más al que cumple todos sus deseos; todas estas respuestas responden fácilmente a esta pregunta, aunque hay algo más, aquello que corresponde al deseo de ser padres y la autoridad que éstos se dan a sí mismos para ejercer las funciones de la paternidad. Algunos con timidez confiesan que temen frustrarlos para evitar ser juzgados por otros padres, que les cuesta poner límites porque quieren ver a sus hijos cien por cierto felices. Sin embargo no hay que perder de vista que como cuidadores su responsabilidad es tomar decisiones por ellos, recordando que no se van a traumatizar porque no consiguen lo que quieren, ellos necesitan aprender a tolerar la frustración porque afuera no habrá alguien que los complazca completamente. Joseph Knobel Freud en su Libro: Los retos de ser padres, nos recuerda que los límites evitan que los niños terminen perdidos en el país del nunca jamás, como Peter Pan, sin nadie que los mire y sostenga. Por otro lado, un peculiar escritor intelectual busca escribir en papel sus memorias de vida, y termina narrando la vida de Pinocho. Somos testigos de sus tropiezos, sus intentos fallidos de que otros lo escuchen, de ser como un guía espiritual para los demás, con la intención de que tomen buenas decisiones; está ahí para recalcar la desobediencia, pero no solo eso. Este famoso personaje del que hablo es, como seguro ya adivinaron, el sabio Sebastian Cricket, o conocido por muchos como Pepe Grillo. En un video para Netflix destaca un aspecto muy valioso de la madera con la que es diseñada Pinocho. Es una madera que no es perfecta, y la vida tampoco lo es; uno puede meter un poco la pata, o varias patas, pero damos lo mejor de nosotros mismos y eso es lo mejor que podemos hacer. Esta marioneta con vidas de gato, Pinocho, se pregunta cosas muy interesantes, entre ellas: ¿por qué la guerra? La guerra es dolor, separación, rutina, muerte. Las escenas de los niños ejercitándose para la guerra, o más bien esclavisándose, en la época fascista, rodeados de bombas que acabaran con sus vidas; fueron impresionantes para mí, y me hacen pensar en las palabras dichas por Guillermo del Toro en una entrevista: “La animación puede contar cualquier historia, lo raro, lo siniestro, lo terrible”. En momentos la furia y el enojo se muestran como algo casi malévolo, Geppeto en una escena corta la madera enfurecido y Volpe, el vicioso malvado que maltrata a Pinocho y Spazzatura, quiere quemarlo vivo. Recordando que esta historia sucede en la época fascista, se nos muestra una competencia entre dos equipos rivales con Pinocho y Candlewick (hijo del Podestà, que cuida el bienestar moral del pueblo) como líderes, quienes se esfuerzan por ser amados por sus padres. El “juego” termina con un abrazo tierno entre dos amigos que declaran un empate, no quieren hacerse daño, a la que podríamos darle la lectura de la renuncia de Candlewick a los deseos de su padre (quien piensa que es un cobarde) desde la desobediencia, negándose a matar a Pinocho, diciendo: ”Toda mi vida traté de complacerte, pero nunca lo haré. Tenías razón, soy delgado, débil, frágil como la mecha de una vela [wick of a candle, como su nombre], siempre con miedo. Pero con todo el miedo que tengo, ahora voy a decirte que no. No me da miedo decirte que no”. El mensaje está ahí: No hay uno mejor que el otro, para los dos hay lugar, ambos pueden ganar. Los sentimientos entre los hombres ejercen un efecto contrario a la guerra; la amistad y la unión son el enemigo de la destrucción total, en palabras del padre del Psicoanálisis (Sigmund Freud). Al final de la película Pinocho salva a Geppetto, el grillo y Spazzatura de morir ahogados, perdiendo un brazo y su propia vida, aunque el noble grillo (como lo llama la guardiana) pide como deseo que vuelva. Geppetto confiesa mientras sostiene en brazos a Pinocho que trataba de convertirlo en alguien que no es, le pide que no sea Carlo, que sea justo como es él, que así lo ama; a lo que él responde: “Entonces seré Pinocho”. No tenemos que cambiar para ser amados, algunos nos amarán y aceptarán tal como somos, imperfectos. La gran salvación que tenemos es abrazar nuestras imperfecciones, esa es la tierna lectura que le da Guillermo del Toro. La rigidez y la perfección llevan a un solo destino: la destrucción, el fascismo. Las salvaciones van más allá del sacrificio amoroso. Pinocho salva al Grillo (de sus vanidades), a Geppeto (de su duelo) y Spazzatura (de su amo), pero no haciéndolo él, si no permitiendo con su ejemplo que ellos mismos se liberen. Esto es un verdadero héroe en una historia, en palabras de Héctor Mendoza Cuevas, cinéfilo mexicano. Por último, responderé a la tan repetitiva pregunta de si esta es o no es una película para niños con palabras del propio Guillermo: "No es una película para niños, pero los niños la pueden ver siempre y cuando tengan padres que hablen con ellos". Referencias bibliográficas: Freud, Sigmund, Obras Completas, Ed. Amorrortu, Argentina, 1991, 24 T. ¿Por qué la Guerra?, (1933 [1932]), T. XXII. Psipre. (14 de diciembre de 2022). Pinocho: Padres e hijos imperfectos. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=3EOUTh6KKX8&t=2874s Sopitas. (8 de diciembre de 2022). Entrevista con Guillermo del Toro l Su versión sobre Pinocchio, una de las mejores películas del año. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=tK34eayf04w Fuera de foco. (8 de diciembre de 2022). GUILLERMO DEL TORO: ¿Qué se puede hacer por la ANIMACIÓN en MÉXICO I ENTREVISTA /. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=I_2Ff57Ikc4 Knobel Freud, J. (2019). El reto de ser padres. Paidós.](https://psicologosmonterrey.com.mx/wp-content/uploads/2024/10/IMG-20241009-WA0011.jpg)






