La primera vez que fui al psicólogo fue cuando estudiaba mi carrera de psicología, era un consejo diario por parte de los profesores, y comencé la búsqueda de mi futura terapeuta.
Mi primera candidata, sabía que quería que fuese mujer, y la elegida me dio clase de “Teoría del sujeto enfoque psicoanalítico”. Sí, había sido mi profesora y me encantaban sus clases, me parecían sumamente interesantes y este abordaje me cautivó desde el día uno. Pensé que sería una buena terapeuta y vi muy claro elegirla para mi psicóloga.
Creo recordar que asistí unas 4 sesiones, era mi primer experiencia con una psicóloga. No sabía hasta que lo viví, lo tan importante que sería tomar en cuenta todo lo que se implica en una primera sesión de intervención psicológica.
Esa primera sesión, la recuerdo perfectamente: los nervios, el miedo, la duda, la curiosidad, eran las sensaciones que más se movían en mí y además de ello, había otras cosas que empezaron a llamarme la atención.
La consulta estaba en su propia casa y quedaba muy cerca de la mía, eso era un punto a favor de mi elección, o al menos si lo tomé en cuenta. Parece que conocerla previamente por haber sido mi profesora de facultad también fue un factor que me ayudó para la elección.
Según los elementos que yo consideré importantes, eran muy particulares y se acomodaban de manera perfecta a mis necesidades, yo iba con toda la seguridad de que ese lugar se convertiría en un lugar importante para mí.
Sin embargo, ya en la segunda sesión no era exactamente tan ideal como yo lo había proyectado, empecé a ver cosas que me distraían y me causaban cierta incomodidad.
No llegaba a entender el porqué, pues si cubría cosas que en aquel momento me parecían importantes ya no estaba segura de estar en el lugar correcto.
A la cuarta sesión, no volví más, sinceramente era mi primer experiencia y si qué me decepcionó.
¿Qué no me había hecho sentir cómoda? Era una súper profesional, la había visto demostrar sus conocimientos en clase, ¿Serían esas cosas que llaman resistencias que dicen hacen que no te guste asistir al psicólogo? (Por cierto que era un concepto que yo en aquel entonces todavía no entendía).
Deje pasar unos cuantos meses y volví a buscar otra psicóloga, sólo por el hecho de volver a intentarlo, mis preguntas aún estaban sin responder y a pesar de ello lo hice de nuevo. Y en ese segundo momento encontré a mi analista con la que pase los 3 años posteriores.
Al poco tiempo entendí porqué mi primer psicóloga no me llegó a convencer para pasar más tiempo con ella, pues pude comparar lo que si había encontrado en esta segunda opción con aquella otra.
Curiosamente esta segunda alternativa no era tan práctica, ya que estaba muy lejos de casa y a la psicóloga no la conocía de nada.
¿Qué no me gustó de la primera? Su consulta era pequeña, los muebles se veían de caoba mínimo, pero era un estilo muy barroco, había muchas cosas en ese despacho que me hacían pensar cómo sería la vida de esa mi futura psicóloga. Me pasó directamente a la consulta y me pidió esperarla, en ese tiempo hice todo un análisis de deducción de cómo vivía esa mujer a partir de cómo era su consulta.
Yo sentí que tardó mucho tiempo en volver y me dio tiempo de inventar historias sobre su vida que seguramente no tenían nada que ver con ella. Cuando regresó llegó con un vaso enorme lleno de batido y se sentó delante de mí a escucharme mientras yo hablaba.
Estas fueron mis primeras sensaciones, pero si lo pienso, no me gustaba que desayunara mientras hacía su trabajo, un despacho lleno de información me hacía fantasear mucho sobre su vida y me daba la sensación de que no era muy organizada.
Creo que soy exigente, pero si me disponía con toda mi vulnerabilidad a contarle toda mi vida a una extraña que se que se supone que sabría escucharme, con estos detalles no me llegué a sentir segura de su oreja.
Eso me hizo abandonar la idea de hacerla mi oreja particular. En mi segunda elección apenas tenía oportunidad de imaginar la vida de quien me escuchaba, era un espacio diáfano, blanco, con mucha luz, con solo dos sillones y un diván, y una mujer que en este caso sí me hizo sentir cómoda, escuchada y menos vulnerable.
No tomó batidos, me daba la sensación de que no tenía prisa, era concreta y organizada, efectivamente los siguientes 3 años de análisis, ella fue mi guía para organizar y concretar mi vida, la transferencia se consiguió en ese nuevo lugar.
Buscar un psicólogo no es una tarea sencilla y no podemos generalizar en una primer visita el trabajo de todo un colectivo de profesionales, hay muchos abordajes, muchos estilos de trabajo en nuestra profesión, muchas formas de “escuchar” y así como cuando vamos a un peluquero que no nos dejó muy contentos con el corte, damos por hecho que buscaremos a otro que nos guste más, hasta que demos con nuestro peluquero favorito.
De la misma forma, buscar al psicólogo que quiero que esté los próximos meses o años de mi vida escuchándome, puede no darse con éxito a la primera, y será necesario buscar una nueva alternativa hasta que llegue la persona con la que si podamos conectar.
Breve descripción:
Tomar la decisión de acudir con el psicólogo es ya un gran esfuerzo y cuando damos el paso a veces no resulta exitoso a la primera y tenemos que buscar de nuevo un espacio y un especialista que nos haga sentirnos cómodos y seguros.
Mayra Palacios. Psicóloga Consultora psicoanalítica NºCol. ANO916
Psipre Cádiz.
Calle Alonso Cano,8 2ºa. 11010 Cádiz.
psipre@cadiz.com 670640589
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![Pinocho de Guillermo del Toro: Des-obediencia e Im-perfección Foto de Netflix - © 2022 Netflix, Inc. Imagen recuperada del portal de IMDB. La desobediencia, obediencia, perfección e imperfección giran alrededor de esta historia contada por Guillermo del Toro, una versión del clásico cuento infantil de la marioneta con vida creada por Geppetto, un zapatero que vive en un pueblo italiano en medio de la guerra fascista. Esta marioneta llamada Pinocho cobra vida con las palabras de un guardián mágico, que aparece como El Genio de Aladdin para concederle un deseo a Geppeto; la compañía y el amor de un hijo. Geppeto ha perdido a su nieto, Carlo, en un trágico accidente en medio de un bombardeo. En el fondo quiere que Pinocho sea como Carlo, un niño cariñoso, curioso y obediente, perfecto; así como él era un padre igual de perfecto en el pasado, que cantaba por las noches, jugaba y era querido por su comunidad. Esto cambia cuando Carlo muere, Geppeto deja de trabajar, comienza a beber y alejarse de los otros, ahora pasa a ser otro borracho del pueblo, abatido por el dolor de la pérdida, señalado como un loco perverso (exageradamente) por haber creado a Pinocho. Pinocho es un ser curioso que vorazmente quiere entender el mundo, se tropieza y camina alegre, cantando, jugando y divirtiéndose. De su nariz crecen ramas que se hacen más grandes cada vez que dice una mentira, los demás le ordenan que obedezca aunque apenas está aprendiendo qué es obedecer y qué es una mentira. ¿Por qué desear que Pinocho nazca obedeciendo? Para que así sea perfecto, porque los niños obedecen a los adultos, y éstos a su vez obedecen con mayor naturalidad, a lo que yo agregaría: porque están más inmersos en la cultura, lo que los detiene de hacer cosas que no están bien vistas por los demás. En mi consulta, y seguramente en la de muchos colegas que reciben pacientes infantiles, he escuchado a padres que no logran que sus hijos los obedezcan, hacen más caso a otras personas que los rodean, o solo a uno de ellos. Ante el desplegamiento de estos escenarios pregunto por qué piensan que esto es así, a lo que responden que quizás sea porque no pasan mucho tiempo con ellos por su trabajo, que el otro los consiente en todo y respetan más al que cumple todos sus deseos; todas estas respuestas responden fácilmente a esta pregunta, aunque hay algo más, aquello que corresponde al deseo de ser padres y la autoridad que éstos se dan a sí mismos para ejercer las funciones de la paternidad. Algunos con timidez confiesan que temen frustrarlos para evitar ser juzgados por otros padres, que les cuesta poner límites porque quieren ver a sus hijos cien por cierto felices. Sin embargo no hay que perder de vista que como cuidadores su responsabilidad es tomar decisiones por ellos, recordando que no se van a traumatizar porque no consiguen lo que quieren, ellos necesitan aprender a tolerar la frustración porque afuera no habrá alguien que los complazca completamente. Joseph Knobel Freud en su Libro: Los retos de ser padres, nos recuerda que los límites evitan que los niños terminen perdidos en el país del nunca jamás, como Peter Pan, sin nadie que los mire y sostenga. Por otro lado, un peculiar escritor intelectual busca escribir en papel sus memorias de vida, y termina narrando la vida de Pinocho. Somos testigos de sus tropiezos, sus intentos fallidos de que otros lo escuchen, de ser como un guía espiritual para los demás, con la intención de que tomen buenas decisiones; está ahí para recalcar la desobediencia, pero no solo eso. Este famoso personaje del que hablo es, como seguro ya adivinaron, el sabio Sebastian Cricket, o conocido por muchos como Pepe Grillo. En un video para Netflix destaca un aspecto muy valioso de la madera con la que es diseñada Pinocho. Es una madera que no es perfecta, y la vida tampoco lo es; uno puede meter un poco la pata, o varias patas, pero damos lo mejor de nosotros mismos y eso es lo mejor que podemos hacer. Esta marioneta con vidas de gato, Pinocho, se pregunta cosas muy interesantes, entre ellas: ¿por qué la guerra? La guerra es dolor, separación, rutina, muerte. Las escenas de los niños ejercitándose para la guerra, o más bien esclavisándose, en la época fascista, rodeados de bombas que acabaran con sus vidas; fueron impresionantes para mí, y me hacen pensar en las palabras dichas por Guillermo del Toro en una entrevista: “La animación puede contar cualquier historia, lo raro, lo siniestro, lo terrible”. En momentos la furia y el enojo se muestran como algo casi malévolo, Geppeto en una escena corta la madera enfurecido y Volpe, el vicioso malvado que maltrata a Pinocho y Spazzatura, quiere quemarlo vivo. Recordando que esta historia sucede en la época fascista, se nos muestra una competencia entre dos equipos rivales con Pinocho y Candlewick (hijo del Podestà, que cuida el bienestar moral del pueblo) como líderes, quienes se esfuerzan por ser amados por sus padres. El “juego” termina con un abrazo tierno entre dos amigos que declaran un empate, no quieren hacerse daño, a la que podríamos darle la lectura de la renuncia de Candlewick a los deseos de su padre (quien piensa que es un cobarde) desde la desobediencia, negándose a matar a Pinocho, diciendo: ”Toda mi vida traté de complacerte, pero nunca lo haré. Tenías razón, soy delgado, débil, frágil como la mecha de una vela [wick of a candle, como su nombre], siempre con miedo. Pero con todo el miedo que tengo, ahora voy a decirte que no. No me da miedo decirte que no”. El mensaje está ahí: No hay uno mejor que el otro, para los dos hay lugar, ambos pueden ganar. Los sentimientos entre los hombres ejercen un efecto contrario a la guerra; la amistad y la unión son el enemigo de la destrucción total, en palabras del padre del Psicoanálisis (Sigmund Freud). Al final de la película Pinocho salva a Geppetto, el grillo y Spazzatura de morir ahogados, perdiendo un brazo y su propia vida, aunque el noble grillo (como lo llama la guardiana) pide como deseo que vuelva. Geppetto confiesa mientras sostiene en brazos a Pinocho que trataba de convertirlo en alguien que no es, le pide que no sea Carlo, que sea justo como es él, que así lo ama; a lo que él responde: “Entonces seré Pinocho”. No tenemos que cambiar para ser amados, algunos nos amarán y aceptarán tal como somos, imperfectos. La gran salvación que tenemos es abrazar nuestras imperfecciones, esa es la tierna lectura que le da Guillermo del Toro. La rigidez y la perfección llevan a un solo destino: la destrucción, el fascismo. Las salvaciones van más allá del sacrificio amoroso. Pinocho salva al Grillo (de sus vanidades), a Geppeto (de su duelo) y Spazzatura (de su amo), pero no haciéndolo él, si no permitiendo con su ejemplo que ellos mismos se liberen. Esto es un verdadero héroe en una historia, en palabras de Héctor Mendoza Cuevas, cinéfilo mexicano. Por último, responderé a la tan repetitiva pregunta de si esta es o no es una película para niños con palabras del propio Guillermo: "No es una película para niños, pero los niños la pueden ver siempre y cuando tengan padres que hablen con ellos". Referencias bibliográficas: Freud, Sigmund, Obras Completas, Ed. Amorrortu, Argentina, 1991, 24 T. ¿Por qué la Guerra?, (1933 [1932]), T. XXII. Psipre. (14 de diciembre de 2022). Pinocho: Padres e hijos imperfectos. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=3EOUTh6KKX8&t=2874s Sopitas. (8 de diciembre de 2022). Entrevista con Guillermo del Toro l Su versión sobre Pinocchio, una de las mejores películas del año. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=tK34eayf04w Fuera de foco. (8 de diciembre de 2022). GUILLERMO DEL TORO: ¿Qué se puede hacer por la ANIMACIÓN en MÉXICO I ENTREVISTA /. [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=I_2Ff57Ikc4 Knobel Freud, J. (2019). El reto de ser padres. Paidós.](https://psicologosmonterrey.com.mx/wp-content/uploads/2024/10/IMG-20241009-WA0011.jpg)






